Ahora la publicidad no sólo es infinita, sino también los
espacios mediante los que la divulgan. Esta es la razón, creo, por la que hoy
es casi imposible lograr la fijación uniforme de imágenes y frases urdidas con
el ánimo de permanecer en la memoria del receptor. Los mensajes son tantos y
las plataformas de difusión están tan segmentados que es casi imposible tocar
de manera homogénea a los destinatarios: lo que hoy escucha un joven, jamás
alcanza a un viejo, y viceversa.
No muchos años atrás, digamos treinta o cuarenta, esto no
era así. La televisión, el medio más poderoso, tenía cuatro canales nacionales.
Todos los mexicanos los veíamos todos, así que hubo un periodo en el que
resultaba casi imposible que no supiéramos a coro nacional, por ejemplo, los
eslóganes, los jingles y los lemas de la publicidad. Algunos sobreviven
unánimemente entre los mayores de cincuenta años, como estos cinco
gubernamentales y otros cinco comerciales:
“¡Ya ciérrale!” Fue una campaña para el ahorro de agua;
en el anuncio, un niño algo obeso decía el verbo imperativo y con la mano hacía
la seña de cerrar una llave de agua.
“Cumples y te encuentras con Lolita, fallas y te enfrentas
a Dolores”. Eslogan simpático-temible de la Secretaría de Hacienda setentera.
“Hablando se entiende la gente”. Frase de Teléfonos de
México antes de que Slim lo agarrara en oferta durante el sexenio de su compa
Salinas de Gortari.
“La familia pequeña vive mejor” y “Pocos hijos para
darles mucho”. Creo que las dos aparecían en el mismo anuncio diseñado ante el
estallido de la demografía del DF.
“¡Pero te peinas!” Frase de cierre en la campaña para
promover la credencial con fotografía de lo que hoy es el INE.
“A que no puedes comer solo una”. Hace cuatro décadas no
había quién ignorara este eslogan de Sabritas, que desde entonces nos ha hecho
adictos a la grasa saturada.
“En la casa, en el taller, en la oficina, tenga usted
Vitacilina”. Se basa en la rima, como en tantos anuncios de aquella época.
“La rubia que todos quieren”. Eslogan de la cerveza
Superior (clara) y uno de los más famosos entre los borrachos y los
no borrachos del país.
“Mejor mejora Mejoral”. La atribuyen a Salvador Novo; obvio, es del ácido acetilsalicílico de la marca Mejoral.
“Pues… te la presto”. Cachonda, la enunciaba Lucía Méndez mientras, supuestamente desnuda debajo de la camisa Manchester, comenzaba a desabotonarla.