El escritor Rodrigo Márquez Tizano vino a La Laguna el jueves
8 de agosto, y Juan Gómez Junco y yo sostuvimos un diálogo con él en el Museo
Arocena. Hablamos sobre futbol, literatura y periodismo, temas que siempre
sentiré entrañables dado que, bien o mal, los he practicado en diferentes
momentos de mi vida. Recordé mi niñez, que en mi casa no había libros ni
antecedentes de lectura como fuente de placer. Lo que sí había era periódico,
pues mi madre compraba a diario La
Opinión, el periódico más antiguo de La Laguna, fundado en 1917. Gracias a
esto, cuando al fin llegué a la primaria y aprendí a leer, las páginas del
diario se complementaron con los libros de texto, así que de 1970 a 76, más o
menos, no tuve contacto con otros papeles que no fueran esos. Los libros de
texto de aquellos años que me gustaban más eran los de español e historia, y
desde siempre me sentí lejos de los otros.
Cuando llegué a la secundaria ocurrieron dos hechos
importantes: por un lado, descubrí la práctica del futbol y, por el otro, mi
madre compró unas enciclopedias, lo que en aquella época (1978) era como
conectarse a internet. Apasionarme por el futbol como deporte, jugarlo bien y
sin descanso, tuvo una extraña derivación “intelectual”, por llamarla de algún
modo: me convertí en comprador, lector y coleccionista contumaz de revistas
futboleras. Cada semana ahorraba la cantidad necesaria para comprar cinco
publicaciones, es decir, todo lo que llegaba a La Laguna sobre ese tema: las revistas
Pénalty, Balón y Sólo Futbol, y las historietas Borjita
y Chivas Chivas Ra Ra Ra. Gracias
sobre todo a las revistas, y a falta de Ilíadas
y Odiseas, accedí a entrevistas,
reportajes y columnas en los que fui haciéndome una idea del mundo y de la vida
a partir del futbol.
En aquel tiempo no sólo La Laguna, toda la provincia era más
provinciana y se soñaba poco con lo que estaba fuera de nuestro entorno. Las
entrevistas a los jugadores me remontaban a geografías distantes, a topónimos y
nombres de equipos y jugadores que conllevaban una sonoridad peculiar:
Botafogo, San Lorenzo de Almagro, Amaury Epaminondas, Juan Carlos Czentoriky,
Belarmino de Almeida, Colo Colo, Rafael Albrecht, Jan Gomola, Carlos Jara
Saguier… algo raro había en esas palabras, lo que me hacía pensar en lejanías,
en la heroicidad de viajar, en la vaga sensación de que el mundo era mucho más
grande de lo que yo imaginaba. Mi vida, entonces, era ir a la escuela, leer
revistas de pe a pa y jugar futbol en la calle todos los días.
Es extraño: muy probablemente comencé a leer con pasión
gracias al futbol.