miércoles, febrero 20, 2019

Also sprach Claas Relotius















Una noticia que esta semana hizo boom mundial se relaciona con el alemán Claas Relotius, periodista estrella de Der Spiegel, la más importante revista de todo Deutschland y una de las más importantes de Europa. Según los diarios, el tal Relotius tenía tiempo dedicado a la redacción de reportajes verdaderamente impactantes, llenos de crudas revelaciones, informantes casi inaccesibles y prosa de alta gama, pero ficticios en su totalidad o parcialmente. Antes de ser crucificado, Relotius, joven de 33 escasos años, ganó con sus trabajos un montón de premios que lo encumbraron a la cúspide del oficio. Nadie, pues, podía sospechar nada de este rock star del reporteo.
El hecho que terminó por desenmascararlo tuvo que ver con la casualidad. Juan Moreno —nombre sin glamour— es un periodista freelance del Der Spiegel. Español radicado desde hace muchos años en Alemania, recibió una orden para trabajar cierta investigación a cuatro manos con Relotius, lo que no le agradó tanto pese a las altas credenciales de su coequipero. Poco antes había notado algo raro en los textos del Relotius. Pero en fin, acató la orden. Cuando recibió el primer borrador de su compañero, quiso comprobar información, pero en la redacción no lo atendieron:Después, Relotius le envió un nuevo borrador en el que aparecía una escena final nueva, en la que un miliciano disparaba contra algo que se movía, insinuando que era un migrante. Ese pasaje no aparecía en la primera versión. ‘Es imposible que un buen periodista presencie una escena semejante y no la incluya desde el primer momento’, pensó” (El País). A partir de allí indagó, cruzó información, hizo preguntas y poco a poco dio con la verdad: Relotius era un farsante, un inventor de fabulaciones que de contrabando hacía pasar por periodismo.
Cuando la careta del reportero estrella se vino a tierra, la noticia cundió por todo el mundo y Der Spiegel tuvo que publicar un número casi exclusivo al mea culpa. El caso del impostor inverosímil —que por supuesto, como todo ahora, quedará para la anécdota— dio pábulo al debate sobre las llamadas fake news. Para mí comprueba que pese a la superabundancia de medios y redes, o quizá precisamente por ello, las mentiras pueden circular con o sin el aval de los medios. Para comprobarlo basta ver que also sprach Claas Relotius, con puras malditas mentiras.