Me
gusta el verbo “reborujar”, lo siento procedente de mi ya lejana infancia,
cuando me reborujaba —no me confundía ni me embrollaba, “me reborujaba”— con
alguna idea más o menos compleja. Todavía hoy, claro, me reborujo y oigo que
los demás se reborujan. Todos nos reborujamos, de hecho. Lo que me reborujaba
antes, como ciertas fechas históricas importantes, ya no me reboruja. Me
reborujaba por ejemplo con los nombres de los presidentes desde Obregón —no sé
por qué desde Obregón— a Echeverría, cuando los aprendí por órdenes de una
maestra con regla para golpear. Ahora me reborujan asuntos menos simples,
claro, pero mi mente sigue incurriendo en reborujos.
Hoy
vivimos en el maldito reborujo. Todo parece diseñado adrede —en mi infancia
decíamos “de adrede”, con una hermosa e innecesaria preposición— para
reborujarnos. Pienso por ejemplo en el tema que suele caldear más no los
ánimos, sino la animosidad: la política. Si aceptamos que Facebook y Twitter
son las redes sociales en las que mayoritariamente se informa la población
actual, basta tener unos cuantos contactos para advertir que vivimos tiempos
babélicos, tiempos de pleno reborujo.
A
cierta edad y con cierto bagaje en la mollera es difícil que determinados
mensajes, los electorales por ejemplo, reborujen. A final de cuentas, el
colmillo se va afilando y uno, ya ruco, termina por saber casi a la perfección de
qué hablamos cuando hablamos, por citar sólo un caso, sobre el Partido Verde.
Es imposible que alguien informativamente sano y sensible, diría que hasta
humano, se vaya con la finta, se reboruje y crea los mensajes de esa sabandija
política, de ese clan entregado a la venalidad más descarada.
El
problema es que no todos están suficientemente capacitados para distinguir el
grano más o menos comestible de la escoria. Los jóvenes, sobre todo, y eso
preocupa. Vi por ejemplo el espot de una diputada del PRI coahuilense que,
enérgica, ¡despotrica contra el gasolinazo! A simple vista es una
monstruosidad, algo así como el lobo hablando de cuidar al rebaño. Como mensaje
no tiene ningún asidero ético, pero de todos modos lo hicieron, es una red
lanzada para pescar reborujados, incautos, como si el PRI no fuera en el fondo
el origen de los gasolinazos y de muchas otras pestes nacionales.