El
futbol, vayan ustedes a saber por qué, cobró tanta fuerza en el siglo XX que
llegamos al XXI con el planeta invadido de mensajes sobre partidos, torneos,
jugadores, transferencias, lesiones, directivos, escándalos y demás relacionados
con este deporte. Por ser el juego más popular del mundo, goza de una cobertura
mediática que supera a cualquier tema. Los ídolos como Messi, Cristiano
Ronaldo, Neymar, Rivery, Pirlo (o en términos más locales como el Chicharito u
Oribe Peralta, por citar sólo dos casos mexicanos) se han convertido en modelos
a seguir. Lo malo de esos modelos es que están muy lejos, en la cúspide de la
cúspide, y la inmensa mayoría de quienes los admiran no tiene ni lo elemental
para alcanzarlos: la edad.
El
primer requisito para intentar algo grande en las canchas de futbol no es pues
el talento, sino la edad. Demasiados años en las piernas no conducen a nada,
salvo, quizá, al anónimo amateurismo. ¿Y qué significa “demasiados años en las
piernas”? No lo podemos saber exactamente, pero eso puede andar entre los 16,
17, 18 años. O sea, un aspirante a futbolista profesional que a esa edad
despierte al apetito del éxito está casi perdido, como lo muestra el libro Niños futbolistas (Blackie Books) de
Juan Pablo Meneses (Santiago de Chile, 1969).
Extraordinario
trabajo de investigación, Niños
futbolistas hunde su mirada en una realidad poco explorada. Mientras admiramos
todos los días el oleaje de transferencias multimillonarias en el futbol
profesional, miles y miles de aspirantes a la gloria se mueven sin que nadie
sepa sus propósitos. O casi nadie, pues el libro de Meneses devela que una red
está permanentemente lanzada para cazar talento allí donde comience su despunte.
Movidos
en primer término por la ambición de sus padres, miles de niños futbolistas
quieren que en ellos se repita la historia de Messi: aquella pulga que salió de
su barrio rumbo a Europa para sacar provecho a sus virtudes antes de que se
echaran a perder en torneos domésticos. Y así, en Buenos Aires, Santiago, Río
de Janeiro, Lima, Medellín, el Distrito Federal, Montevideo y cualquier otro
lugar donde aparezca un niño prodigio del balón, no faltará que los familiares (el
padre, sobre todo) busquen el contacto con algún promotor que pueda conducirlo hacia
un equipo que “lo compre” y lo trepe al estrellato.
La
crónica de Meneses es ágil por lo bien escrita, pero más porque el relato en
primera persona da cuenta en directo del fenómeno de la compraventa de niños
futbolistas en el mundo. En varias ciudades sigue los pasos de esos talentos en
cierne y permite que veamos con toda su crudeza el tamaño de los sueños que muy
probablemente terminarán quedando en poco. “Para escribir niños futbolistas ,
mi plan consistía en comprar con dinero en efectivo al protagonista del libro
(…) Todo con el objetivo de conocer, desde dentro y de cerca, esas partes de la
industria y el negocio que (…) solemos desconocer o no suelen importarnos”,
dice en el prólogo.
Al
recorrer los 35 apartados del libro vamos haciéndonos, junto al autor, de una
conclusión: que los sueños de los niños vinculados desde muy temprano al futbol
profesional no quedan al margen de la crueldad implícita en todo intercambio de
mercado, y que la competencia es aquí igual de feroz, o más, que en el
profesionalismo. Cientos se quedan, por ello, en el camino, acaso atornillados
a una frustración prematura, forzada por la ambición de los adultos.
Juan
Pablo Meneses ha escrito, luego de una larga trashumancia investigativa, un
libro que conmueve e indigna sobre otro lamentable tejemaneje padecido por el
futbol actual.