Anecdotario del futbol mexicano (Ficticia, 2006), de Carlos Calderón Cardoso (Ciudad de México, 1967), es un libro que los futboleros no debemos ignorar, pues en cerca de 200 páginas nos lleva al regocijo que genera este deporte en la memoria de los aficionados que atesoran ciertas curiosidades del pasado para luego, poco a poco, convertirlas en relato de sobremesa, en conversación alrededor de alguna ronda de tragos y bocadillos.
La
anécdota puede ser, por sí misma, una especie de subgénero narrativo. Tiene que
ver mucho con la memoria: alguien recuerda un pasaje, por lo general gracioso,
chusco, a veces hasta grotesco, y lo describe sabrosamente para provocar en el
lector (u oyente) una risa o, si se puede, una carcajada. Para contar anécdotas
se requiere, claro, una malicia especial, se puede decir que hasta cierta magia
verbal. Por ejemplo, un famoso compilador de anécdotas futboleras es Héctor
Veira, el Bambino, quien en numerosísimos programas de televisión y radio ha
contado con harta chispa sus andanzas en el deporte. Recuerdo por caso una
anécdota que vivió en Durango como extra de cine; jugaba para los Diablos
Blancos de Torreón y dada su catadura física podía pasar por gringo rubio. Un
día se enteró que John Wayne filmaba una de vaqueros cerca de La Laguna y el
Bambino allí se apersonó. Consiguió un fugaz papel de extra en una escena, pero
eso fue suficiente para que después le presumiera a Alberto Rendo una amistad,
por supuesto irreal, con el actor norteamericano.
Las
anécdotas narradas por Carlos Calderón Cardoso confirman que este molde
requiere acontecimientos que dislocan la realidad por el lado chusco. La
compilación, entonces, no nos permite descanso. Uno tras otro los numerosos
pasajes del libro nos colocan en un costado gracioso del futbol. Gracioso o
asombroso, como en la estampa que nos cuenta el partido más largo de la
historia: “Al martes siguiente se juega nuevamente en Toluca [contra Necaxa] el
partido de desempate. El resultado, después de fragorosos noventa minutos, es
0-0. Se juegan dos tiempos extra y el partido sigue igual. Otros dos tiempos
extra y el marcador no se mueve. Dos más, ya con los jugadores agobiados física
y mentalmente, y el resultado es el mismo: 0-0. Los entrenadores, entonces, de
plano se niegan a seguir con el juego. Proponen los penaltis y se les aceptan.
Comienzan a tirarse y ambos equipos anotan una y otra vez. Por fin, cuando el
marcador se encuentra 18-17 a favor del Necaxa, el Toluca falla. ¡Es el partido
más largo de la historia registrado en la historia del futbol nacional!”.
Una
anécdota referida a los primero partidos nocturnos celebrados en la capital del
país tiene, como era de esperarse, un remate jocoso: “En diciembre, sin
embargo, ocurre algo digno de Ripley: los partidos nocturnos se suspenden
porque el Departamento del D.F., dueño de los reflectores que son aprovechados
para alumbrar los juegos, los pide de regreso para utilizarlos —como cada
temporada— para iluminar las fiestas de fin de año en la ciudad”.
De
las Ediciones del Futbolista de editorial Ficticia, este Anecdotario del futbol mexicano es un viaje sonriente al pasado de
nuestro balompié, un gran trabajo periodístico de Carlos Calderón Cardoso.