No
es posible saberlo con exactitud, pero creo que hasta hace cerca de veinte años
en México eran pocas, contadísimas, las mujeres involucradas en el gusto del
futbol. El espacio de las tribunas, y no se diga el de las canchas, constituía
coto exclusivo de los machos, tanto que nadie, jamás, echaba allí de menos al
sexo opuesto. Hoy es distinto. El futbol femenino ha crecido en número de
practicantes y, sobre todo, en calidad, y en las tribunas ya no debe faltar el
toque de encanto que añaden las mujeres. Sucede incluso que en muchísimos
programas de radio, televisión y otros espacios de prensa es cada vez más
frecuente la participación de mujeres, aunque todavía son mayoritariamente
elegidas en función de la carrocería y no tanto del conocimiento futbolístico.
Si
en las canchas, las tribunas y los medios el avance femenino ha sido gradual y
sostenido, la literatura futbolera escrita por mujeres no acusa un desarrollo
similar. Ahora bien, como casi todo lo que hay escrito sobre el tema proviene
de hombres, es un verdadero lujo tener y haber leído Mujeres con pelotas, cuentos inspirados en el fútbol (Ediciones
Deldragón, Buenos Aires, 2010), libro que reúne 26 cuentos y un prólogo de
María Rosa Lojo, acaso el primer libro en el mundo que convoca a tantas mujeres en
torno a un deporte que hasta hace poco sólo asociábamos con el universo de los
machos.
Esta
rareza editorial vale desde su sola idea, pero es mucho más que eso, pues
evidencia la cercanía/lejanía de la mujer con respecto del espacio (real y imaginario)
del futbol en tanto práctica y asunto predominantemente hombruno.
Llama
la atención que al menos en la Argentina, uno de los países más futbolizados
del planeta, la mujer está cerca sí o sí, sin margen para la huida, de esta
pasión: como fanática o como víctima de un hijo, amigo, novio o esposo
enajenados. En varios de los relatos, por ello, la pasión llega de rebote: la
mujer está allí, sin remedio, en la periferia del fanatismo, como si el futbol
fuera una plaga que también la devorará aunque ella quiera mantenerse aparte.
En
las brevísimas palabras que de él reproduce Mujeres
con pelotas, Alejandro Apo, el periodista que más ha promovido el gusto por
el cuento futbolero en la Argentina, señala que “el fútbol no es solamente
fútbol sino también un vehículo de ideas que está en nuestra formación, en el
barrio, en los afectos y en los amigos”, lo que es verdad, sobre todo porque el
futbol escrito, literaturizado, ha permitido que veamos no tanto lo que hay
dentro de la cancha, sino dentro del corazón de quienes (hombres y mujeres,
niños y viejos, pobres y ricos) lo viven con tanta intensidad que lo han
convertido en parte de una educación sentimental entrecruzada de afectos y
desafectos familiares, barriales, comunitarios.
La
mirada de las mujeres sobre el futbol y sus orillas, en este sentido, es muy
importante, pues gracias a esto podemos ver desde su perspectiva cómo palpita
en el alma de una madre el deseo de que su hijo triunfe, o cómo percibe una
novia el fracaso de su pareja en las canchas, o como caza la mujer al ídolo de
las multitudes.
Mujeres con pelotas
(que cuenta con la participación de escritoras como Silvia Plager, Adela
Sorrentino, Laura Nicastro, Silvia Miguens, Fernanda Nicolini, entre otras) es
un espléndido precedente, un enriquecimiento de la literatura futbolera que a
partir de aquí ya no deberá ser, como hasta ahora, cancha donde juegan puros
hombres.