Unos días después de inaugurados los olímpicos de China, los medios de comunicación mexicanos, sobre todo el duopolio de nuestra televisión, han hecho que en muchos casos sea intragable el espectáculo aledaño a los juegos. Por la terquedad de ser graciosos, heroicos, memorables, se la pasan gritando que son los mejores, los que ofrecen más detalles de cada una de las justas y los que llevan más profesionales de la comunicación en directo desde Beijing. Repaso un poco de lo que he visto y oído.
Puede llegar a ser entendible que los programas deportivos salgan con la mamonería de achinarse artificiosamente para estar a tono, según ellos, con la cultura anfitriona de los juegos. Pero aunque su programa no valga un cacahuate, ver a Origel y edecanes que lo acompañan en plan de mandarines no tiene nombre; en un caso extremo, sin embargo, es tolerable que las chicas vistan como princesas de Mulan, y ridículo que Origel, como hombre y como periodista que es (ya sé que algunos cuestionarán esas categorías), se trasforme y use cuello redondo y trajecito rojo de seda. De pena ajena; es uno de esos papelazos que el periodismo de espectáculos (periodismo entre comillas) tiene que asumir para venderse mejor.
En las mañanas, Televisa a propuesto el noticiero Primero Beijing, con Carlos Loret de Mola y Brozo. Empeñado en fungir de maldito, el payaso políticamente más entreguista de la televisión mexicana pasa todo el rato al aire empeñado en decir albures. Se obliga tanto a esa práctica que dos o tres son buenos, y ocho o diez fallidos, menos afortunados que los expelidos como ristra en las películas de Lalo el Mimo. La razón de esa monotonía, como muchas paparruchas que atañen a la tv, es la vertiginosidad del medio, que no permite usar recursos sin desgaste semántico inmediato.
En las noches, la multimillonaria producción de Televisa ha querido arrasar a su principal competidora. Medidos ahora por los cómicos que participan en las trasmisiones, los del Ajusco dan la impresión de haber quedado en la orfandad humorística que, por cierto, ellos inventaron para las justas deportivas internacionales, eso en los tiempos de José Ramón Fernández como mandón de TV Azteca. Televisa, pues, ha llevado una horda de entretenedores, al grado de que sus programas parecen de comedia aderezados con un poco de noticias deportivas. Son buenos los trabajos reporteriles de Alberto Tinoco y Karla Iberia Sánchez; las estúpidas puntadas del Compayito; la revelación de Mateo, un niño con sensibilidad para el ritmo televisivo y, lo más importante, que mastica el español, el inglés y el chino con soltura; son refritos de refritos de refritos Eugenio Derbez y Omar Chaparro, dos cómicos que deben recurrir casi al pastelazo o al disfraz carnavalesco para lograr algunos resultados humorísticos.
En ambos casos, las televisoras no pueden ocultar su deseo de justificar el viaje de los mexicanos con el logro de alguna medalla; ya comenzaron, con el bronce de Tatiana Ortiz y Paola Espinosa, que será exprimido, ya lo comprobaremos, hasta sacar de allí hasta la última gota de provecho mediático.
Sobran muchos, muchísimos comunicadores llevados por nuestras televisoras a Beijin. Luis García, por ejemplo, no fue, pero carece de aptitudes para usar un micrófono. El lunes, para no ir lejos, el Travieso Arce decía que en box lo importante es el sorteo. “Si en la primera ronda te toca un cubano o un norteamericano, te va mal; pero si te toca uno de Madagascar o un mongol, puede que te vaya mejor”, dijo el pugilista. “Bueno, si te toca un mongol es fácil, claro que sí”, dijo muy risueño el ex futbolista. André Marín quedó boquiabierto ante la cruel ocurrencia de su compañero. Ya nada pudo hacer. Con risitas nerviosas tuvo que festejar la humorada de García. Imagínense.
Puede llegar a ser entendible que los programas deportivos salgan con la mamonería de achinarse artificiosamente para estar a tono, según ellos, con la cultura anfitriona de los juegos. Pero aunque su programa no valga un cacahuate, ver a Origel y edecanes que lo acompañan en plan de mandarines no tiene nombre; en un caso extremo, sin embargo, es tolerable que las chicas vistan como princesas de Mulan, y ridículo que Origel, como hombre y como periodista que es (ya sé que algunos cuestionarán esas categorías), se trasforme y use cuello redondo y trajecito rojo de seda. De pena ajena; es uno de esos papelazos que el periodismo de espectáculos (periodismo entre comillas) tiene que asumir para venderse mejor.
En las mañanas, Televisa a propuesto el noticiero Primero Beijing, con Carlos Loret de Mola y Brozo. Empeñado en fungir de maldito, el payaso políticamente más entreguista de la televisión mexicana pasa todo el rato al aire empeñado en decir albures. Se obliga tanto a esa práctica que dos o tres son buenos, y ocho o diez fallidos, menos afortunados que los expelidos como ristra en las películas de Lalo el Mimo. La razón de esa monotonía, como muchas paparruchas que atañen a la tv, es la vertiginosidad del medio, que no permite usar recursos sin desgaste semántico inmediato.
En las noches, la multimillonaria producción de Televisa ha querido arrasar a su principal competidora. Medidos ahora por los cómicos que participan en las trasmisiones, los del Ajusco dan la impresión de haber quedado en la orfandad humorística que, por cierto, ellos inventaron para las justas deportivas internacionales, eso en los tiempos de José Ramón Fernández como mandón de TV Azteca. Televisa, pues, ha llevado una horda de entretenedores, al grado de que sus programas parecen de comedia aderezados con un poco de noticias deportivas. Son buenos los trabajos reporteriles de Alberto Tinoco y Karla Iberia Sánchez; las estúpidas puntadas del Compayito; la revelación de Mateo, un niño con sensibilidad para el ritmo televisivo y, lo más importante, que mastica el español, el inglés y el chino con soltura; son refritos de refritos de refritos Eugenio Derbez y Omar Chaparro, dos cómicos que deben recurrir casi al pastelazo o al disfraz carnavalesco para lograr algunos resultados humorísticos.
En ambos casos, las televisoras no pueden ocultar su deseo de justificar el viaje de los mexicanos con el logro de alguna medalla; ya comenzaron, con el bronce de Tatiana Ortiz y Paola Espinosa, que será exprimido, ya lo comprobaremos, hasta sacar de allí hasta la última gota de provecho mediático.
Sobran muchos, muchísimos comunicadores llevados por nuestras televisoras a Beijin. Luis García, por ejemplo, no fue, pero carece de aptitudes para usar un micrófono. El lunes, para no ir lejos, el Travieso Arce decía que en box lo importante es el sorteo. “Si en la primera ronda te toca un cubano o un norteamericano, te va mal; pero si te toca uno de Madagascar o un mongol, puede que te vaya mejor”, dijo el pugilista. “Bueno, si te toca un mongol es fácil, claro que sí”, dijo muy risueño el ex futbolista. André Marín quedó boquiabierto ante la cruel ocurrencia de su compañero. Ya nada pudo hacer. Con risitas nerviosas tuvo que festejar la humorada de García. Imagínense.