Casi de rebote, hallada de casualidad en el océano de actividades celebradas en la FIL que rompió récord de asistencia, llegué a la presentación de Violencia y medios 3, revista/libro publicado por el Instituto para la Seguridad y la Democracia A.C. (Insyde) Me hizo la invitación Rogelio Villarreal, quien estuvo en la mesa de los comentarios junto a los dos principales coordinadores de la serie, Marco Lara Klahr y Ernesto López Portillo Vargas.
Fue una revelación. El espléndido trabajo del Insyde, que todos podemos ver hasta su última coma en el portal http://www.insyde.org.mx/, merece toda la difusión posible y el mayor de los respetos, dado que encamina su propósito al debate, al esclarecimiento y la investigación de la realidad latinoamericana en relación a trabajo periodístico cada vez más amenazado por la violencia.
El título Violencia y medios 3, además de estupendamente editado, es distribuido gratis en su soporte de papel y puede ser “bajado” sin costo vía internet; contiene ocho apartados de interés no sólo para los periodistas, sino para cualquier ciudadano preocupado por entender la actual dinámica de agresión contra quienes se dedican a informar. El sumario es el siguiente, y lo traigo porque desde los títulos se puede apreciar la orientación temática de los trabajos: “Presentación. De observadores a participantes: la evolución del papel de los periodistas en América Latina”, por Ginger Thompson; “Introducción. El ejercicio periodístico latinoamericano: entre el autoritarismo y la renovación”, por Ernesto López Portillo; “Los medios, el crimen y la seguridad pública”, por Francesc Barata; “México: el más mortífero para la prensa. Asesinato y desaparición forzada de periodistas”, por Marco Lara; “Pandillas y prensa en El Salvador”, por Amparo Marroquín Parducci; “Democracia, periodismo y conflicto en Colombia”, por María Teresa Ronderos; “Programas policiales en Brasil: mito y sensacionalismo contra la democracia”, por Mozahir Salomão Bruck; y “La violencia de las barras bravas en la Argentina”, por Gustavo Veiga.
Se trata entonces de trabajos elaborados con mano académica, pero no por ello inaccesibles. Su valor más alto reside en la posibilidad que abre a los lectores para que visualicen el mapa de la violencia contra el periodismo latinoamericano, uno de los más agredidos en el orbe. Violencia y medios (“propuesta iberoamericana de periodismo policial”) se erige así como una oportunidad de esclarecer un tema generalmente soslayado o visto, si bien le va, con ojos amarillistas, como si se tratara de un espectáculo y no de un atentado contra un eje de la vida democrática.
Termino con dos referencias del ensayo escrito por Lara Klahr: menciona un informe de la Federación Internacional de Periodistas acerca de las condiciones en las que durante 2006 se ejerció el periodismo en el mundo; México es, según tal documento, el segundo país más peligroso del planeta, sólo debajo de Irak. Más adelante, trae otro informe que plantea lo siguiente: “… se establecen los siguientes parámetros relacionados con la incidencia de ataques contra periodistas: ‘Zonas de muy alto riesgo: Tamaulipas, Baja California y Sinaloa. Zonas de alto riesgo: Sonora, Chihuahua y Guerrero. Zonas de riesgo: Veracruz, México, Nuevo León. Coahuila, Chiapas, Michoacán y Oaxaca. Zonas inseguras y difíciles: Distrito Federal, Jalisco, Morelos, Campeche y Yucatán”. Sin duda, un trabajo imprescindible.
Fue una revelación. El espléndido trabajo del Insyde, que todos podemos ver hasta su última coma en el portal http://www.insyde.org.mx/, merece toda la difusión posible y el mayor de los respetos, dado que encamina su propósito al debate, al esclarecimiento y la investigación de la realidad latinoamericana en relación a trabajo periodístico cada vez más amenazado por la violencia.
El título Violencia y medios 3, además de estupendamente editado, es distribuido gratis en su soporte de papel y puede ser “bajado” sin costo vía internet; contiene ocho apartados de interés no sólo para los periodistas, sino para cualquier ciudadano preocupado por entender la actual dinámica de agresión contra quienes se dedican a informar. El sumario es el siguiente, y lo traigo porque desde los títulos se puede apreciar la orientación temática de los trabajos: “Presentación. De observadores a participantes: la evolución del papel de los periodistas en América Latina”, por Ginger Thompson; “Introducción. El ejercicio periodístico latinoamericano: entre el autoritarismo y la renovación”, por Ernesto López Portillo; “Los medios, el crimen y la seguridad pública”, por Francesc Barata; “México: el más mortífero para la prensa. Asesinato y desaparición forzada de periodistas”, por Marco Lara; “Pandillas y prensa en El Salvador”, por Amparo Marroquín Parducci; “Democracia, periodismo y conflicto en Colombia”, por María Teresa Ronderos; “Programas policiales en Brasil: mito y sensacionalismo contra la democracia”, por Mozahir Salomão Bruck; y “La violencia de las barras bravas en la Argentina”, por Gustavo Veiga.
Se trata entonces de trabajos elaborados con mano académica, pero no por ello inaccesibles. Su valor más alto reside en la posibilidad que abre a los lectores para que visualicen el mapa de la violencia contra el periodismo latinoamericano, uno de los más agredidos en el orbe. Violencia y medios (“propuesta iberoamericana de periodismo policial”) se erige así como una oportunidad de esclarecer un tema generalmente soslayado o visto, si bien le va, con ojos amarillistas, como si se tratara de un espectáculo y no de un atentado contra un eje de la vida democrática.
Termino con dos referencias del ensayo escrito por Lara Klahr: menciona un informe de la Federación Internacional de Periodistas acerca de las condiciones en las que durante 2006 se ejerció el periodismo en el mundo; México es, según tal documento, el segundo país más peligroso del planeta, sólo debajo de Irak. Más adelante, trae otro informe que plantea lo siguiente: “… se establecen los siguientes parámetros relacionados con la incidencia de ataques contra periodistas: ‘Zonas de muy alto riesgo: Tamaulipas, Baja California y Sinaloa. Zonas de alto riesgo: Sonora, Chihuahua y Guerrero. Zonas de riesgo: Veracruz, México, Nuevo León. Coahuila, Chiapas, Michoacán y Oaxaca. Zonas inseguras y difíciles: Distrito Federal, Jalisco, Morelos, Campeche y Yucatán”. Sin duda, un trabajo imprescindible.