Una
inquietud me rondó durante mucho tiempo: ¿por qué fue Sherlock Holmes quien se
impuso como suma y espejo entre todos los detectives que en la literatura han
sido? Recuerdo, para ayudarme a responder, una afirmación de Borges sobre
Quevedo. Decía el autor de Ficciones
que todo gran escritor necesitaba, para perdurar, de la creación de un símbolo.
Daba el ejemplo, si la memoria no me defrauda, de Cervantes, quien desde el
punto de vista técnico no es mejor escritor que Quevedo, pero que dio con un
símbolo que luego le sirvió para encumbrarlo: el del caballero andante, epítome
de idealismo. Igual, o parecidamente, obraron Dante con su infierno,
Shakespeare con el amor imposible de RyJ, o más cerca en el tiempo Kafka con el
repentino escarabajo y Rulfo con el cacique enamorado de Susana San Juan. Conan
Doyle dio con Sherlock Holmes, lo convirtió en un personaje-tipo bien definido
en la totalidad de sus rasgos.
Ahora
bien, no es suficiente con amonedar el susodicho símbolo. Conan Doyle supo que
necesitaba historias que mezclaran la sencillez y la complejidad en dosis
delicadamente parejas, exactas. En el engranaje de los cuentos más que en los
textos de mayor envergadura, sospecho, es más visible el procedimiento, un
procedimiento algo mecánico, es cierto, pero siempre eficaz al menos para un
lector, el de finales del siglo XIX, no habituado aún a las estratagemas del
relato policial: alguien llega a la guarida de Holmes y desde allí comienza la
investigación. El detective no pierde tiempo, y esto fascina a los lectores.
Desde que el cliente en apuros cruza la puerta, Sherlock comienza el peritaje:
la ropa y los gestos del visitante emiten los primeros mensajes, y el
investigador los anota en su mente mientras deja que el cliente hable. Viene
entonces la exposición del problema, el izamiento de la incógnita. Holmes hace
preguntas ad hoc, inmediatamente
ceñidas al asunto atañedero al cliente. Luego de formarse el primer esquema de
la situación, Holmes promete investigar y deja que el personaje-palanca se
vaya. Lo demás es la investigación de in
situ, el atamiento de cabos y el desenlace lógico.