miércoles, enero 24, 2018

Salto, luego existo














El chapulinismo no es privativo de la miserabilidad política mexicana, sino un fenómeno extendido por todo el globo. Es una conducta que revela, sí o sí, pragmatismo: alguien ve cerradas sus oportunidades en una agrupación y cambia a otra que se las vuelve a abrir. Así de simple. Lo óptimo, por supuesto, sería mantener intacta la virginidad ideológica, pero la realidad no opera con lo óptimo, sino con lo posible, con lo que hay. ¿Y qué hay por acá? Pues políticos que han encontrado un modus vivendi en esta actividad, y normal es que así sea, pero que lamentablemente ponen por debajo sus principios, en el hipotético de que los tengan o los hayan tenido, cuando se trata de conservar el mencionado modus. Es decir, no se resignan a perderlo ni cuando lo han perdido, por eso son capaces de hacer virajes de un extremo a otro del espectro político, enfundarse en chalecos que les son diametralmente ajenos.
Es de sabios cambiar de etcétera, dice el archimanido lugar común. Bien, es de sabios hacer eso, pero no terminar en renuncias que parecen transfuguismo. Si la posmodernidad trajo consigo una profunda distensión a la hora de asumir la ideología propia, no es menos cierto que sigue siendo meritoria una mínima base de pensamiento para identificar aliados y rivales. ¿Gabriela Cuevas abrazará las ideas de Morena? Si así será, ¿en qué medida? ¿O es sólo una pirueta de saltimbanqui para no perder su soporte de manutención? Sólo ella sabe qué hará exactamente, aunque es casi obvio que no braceará en esas aguas por afinidad ideológica sino por mero interés personal.
Dado el saltadero impúdico de personajes que sin empacho cambian de bandería como si se tratara de calzones, muchos han querido adivinar hacia atrás: ¿qué pensaría Gómez Morín si viera esto? ¿O qué pensaría Heberto Castillo? Son otros tiempos, claro, y por eso es fácil saber hoy, porque conocemos el pasado de aquellos hombres y, sobre todo, el espíritu de su época, qué les hubieran parecido las machincuepas contranatura que estamos viendo ahora. Al relajarse todo, también la ideología pasó a ser como el rastrillo: úsese y tírese.
El más visible receptor de “adhesiones” en las semanas que corren ha sido AMLO. Muchos critican que su movimiento abra las puertas sin mirar demasiado a los recién venidos, pero ya en sus otras candidaturas fue muy criticado por cerrarlas. A estas alturas es muy difícil saber si la táctica le funcionará o todo será carne de anecdotario. Lo veremos luego.