La
mejor crónica del mejor gol de Maradona la hizo el relator uruguayo Víctor Hugo
Morales. Si no la conocemos, es en parte ésta: “pisa la pelota Maradona,
arranca por la derecha el genio del futbol mundial, y deja el tercero y va a
tocar para Burruchaga. Siempre Maradona, genio, genio, genio, ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta...
y gol, gol... quiero llorar, dios santo, viva el futbol, golazo, Diegol
Maradona, es para llorar perdónenme... Maradona en corrida memorable, en la
jugada de todos los tiempos, barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste? Para
dejar en el camino tanto inglés, para que el país sea un puno apretado,
gritando por Argentina”.
Víctor
Hugo había llegado en 1981 a Buenos Aires. Pronto destacó por su extraordinaria
voz y, sobre todo, por dos virtudes raras en el mundo de la locución: un manejo
espectacular del castellano y una erudición que le permitía vincularse con el
mundo del futbol y al mismo tiempo tener programas radiales y televisivos sobre
política o música clásica. Otro rasgo lo destacó: su permanente distancia del
grupo mediático más poderoso de la Argentina: Clarín, lo cual no es poco decir.
Años
y años han pasado y Clarín, lejos de cooptar a Víctor Hugo para alguno de sus
medios, ha visto cómo el relator se ha identificado, hasta donde su profesión
lo permite, con el modelo llamado kirchnerista, inevitable enemigo del consorcio mediático.
Esto ha acarreado el odio de Clarín, un odio de emporio que acá no se anda con
medias tintas. Baste como ejemplo lo que pasó el jueves. Luego de varios años
en los que el monopolio de las transmisiones futboleras en televisión
perteneció al Grupo Clarín, esto al grado de codificarlo e impedir que hasta las
repeticiones de los goles fueran vistas por los aficionados si no pagaban antes
por ellas, el Estado argentino nacionalizó, por decirlo así, la señal y creó
algo llamado Futbol para Todos. Así, desde hace siete u ocho años la difusión
del fut es asunto de Estado, no de un monopolio, y esto es parte de lo que ha
provocado la furia de Clarín.
Pues
bien, hay un viejo litigio del grupo contra Víctor Hugo: data del año 2000 y en
él lo acusan de haber transmitido un gol (¡un gol!) cuyos derechos no le pertenecían.
Eso es al menos lo que dicen, pero todos acá saben que el pleito va por otro
lado: por la identificación de Víctor Hugo con las medidas de gobierno que, en
general, ha impulsado el kirchnerismo. Ayer, con prepotencia legal, le
allanaron el departamento. Fue un papelón, pero muestra lo que el capital
mediático herido es capaz de hacer, acá y donde sea, para recuperar sus millonarios
privilegios.