Las ferias del libro y los encuentros de escritores suelen hoy contar
con regiones, países o comunidades invitados. La FIL 2014, por ejemplo, convidó
a Argentina, o la FILA 2015 (organizada en Arteaga, Coahuila) fue anfitriona de
Puebla. Este año también, el Encuentro Internacional de Escritores de Durango
ha invitado a Luxemburgo como país y a Sinaloa como estado.
El Encuentro comenzó ayer a mediodía y terminará el viernes. Tuvo ayer
una inauguración peculiar: bajo un pequeño toldo instalado sobre la carretera
Durango-Mazatlán y al lado del puente El Baluarte, los escritores invitados
celebraron su primera reunión. Se pronunciaron los discursos de bienvenida y
hubo una breve lectura de poesía. Poco antes, en el trayecto, pude admirar el
portento de ingeniería que es esa carretera. La mayor sorpresa, sin embargo,
fue la foto colectiva que los organizadores planearon para ese momento. Con la
ayuda de autoridades de caminos fuimos instalados un instante en el centro del
puente, un coloso que aturde los sentidos por su belleza y la grata apariencia
de solidez.
Como iban escritores extranjeros supuse que, acostumbrados como están a
ver obra civil descomunal, no iban a ser impresionados por El Baluarte. Me
equivoqué: ellos y ellas se hacían fotos y selfies con el entusiasmo de
cualquier fanático de las redes sociales, felices por estar allí y ver lo que
veían.
Organizado por el Instituto de Cultura del Estado de Durango, el
Encuentro contiene, sobre todo, lecturas de poesía y narrativa. Yo participaré
el jueves al mediodía en una mesa que compartiré con los mexicanos Ana Clavel y
David Ojeda y el español Imanol Caneyada.
No está de más agregar que el Encuentro lleva el nombre, no podía ser de
otra manera, de José Revueltas, y en su marco se le rendirá un homenaje a Élmer
Mendoza, quien el miércoles 8 dictará una conferencia sobre su decisión de
escribir novelas policiales.