Desde hace mucho domino dos o tres actos de prestidigitación, esto para beneplácito de mis tres hijas y mis 17 sobrinos. Son sencillos, caseros, tanto que cualquiera podría aprenderlos con un poco de habilidad y práctica. Ese movimiento natural de los dedos para manejar algún objeto pequeño se aprecia en el video "Manipulación Sorteo del Mundial 2014" en el que Jérôme Valcke, secretario general de la FIFA, abre las bolitas con las tiras de papel que poco a poco fueron conformando los grupos en los que, por cierto, a México le tocó bailar con el más feo.
El
video, pese a su producción un tanto rústica, evidencia como cachetada lo que
pudo haberse evitado con total facilidad mediante varias técnicas de
transparencia a la hora de sortear algo, algunas usadas hasta en las ferias de
rancho. No sé, una mesa transparente, un par de edecanes con mano santa, un
interventor de la Secretaría de Gobernación, la catafixia de Chabelo… pero no,
los mercenarios de Zurich prefirieron un método más oscuro que el usado por el
pactismo reformista mexicano.
Los
mafiosi de la FIFA tienen, se supone, algo de recursos económicos como para
organizar con decoro, y sin migaja de duda, una tómbola en la que el azar debe
tener el mayor de los protagonismos. Optaron sin embargo por instruir a una
especie de prestidigitador y sembrar inquietudes sobre la naturaleza chapucera
del sorteo. En un comunicado que buscaba contradecir las acusaciones de
chanchullo, los angelitos de la FIFA señalaron que “Durante el sorteo había al menos siete cámaras desde
diferentes perspectivas apuntando al secretario general de la FIFA (…). Dos
desde delante, una desde la derecha y otra desde la izquierda, una desde detrás
y otra directamente encima de su cabeza”.
El
argumento no aclara nada. Pudieron ser mil cámaras, pero si la producción
televisiva fue de la propia FIFA podían ser manejadas para que jamás se viera
lo que luego despertó las sospechas. Cierto que por intereses de mercado los
grupos del mundial son administrados con cabezas de serie y demás, para no
dejar las manos totalmente libres al azar, pero también es cierto que la
naturaleza de un sorteo no es la de controlar aquello que en teoría determinará
la suerte.
En
Brasil, empero, el sorteo sólo tuvo una bolita, la del país anfitrión, evidente
y abierta por un sujeto distinto a Valcke, además de las mostradas por el
bombón Lima. Todas las otras quedaron a merced del secretario de la FIFA, quien
las abrió casi literalmente abajito de la mesa, siempre en un acto de
prestidigitación socorrido por una impertinente mesa azul.
Ahora
bien, con o sin azar, este torneo es un desafío para cualquier equipo. No sé si
a México lo echaron a ese grupo así nomás, al estilo FIFA, o fue el azar el que
nos deparó a Brasil. Sea como fuere, cualquier grupo está para parir chayotes,
aunque debemos estar tranquilos: ninguna otra selección tiene a Oribe Peralta.