José Ángel Rodríguez Canales, de Saltillo, tiene apenas 25 años y ya terminó su maestría en la Universidad de Duke, en Estados Unidos. Trabaja para el gobierno del estado de Coahuila, es un joven muy formal, algo tieso por los códigos de la administración pública, pero luego de algunos minutos damos con un tema que provoca distensión y una verdadera charla: el futbol. Tiene el horrible defecto de irle a los Tigres, pero no obstante ese mal gusto se nota que sus opiniones sobre futbol son profundas y desapasionadas, extrañamente objetivas en un tópico donde lo más común es encontrar juicios contumaces.
Sin más ni más, opina sobre el Santos. Es la primera vez que oigo palabras similares en un no santista. Con serenidad, como quien habla de algo serio, comenta que en materia de futbol profesional los laguneros son afortunados. En muy pocos años, dice, el Santos ha hecho lo que pocos equipos de primera división: no sólo ganar campeonatos, que eso es evidente, sino constituirse en un equipo con personalidad, con rasgos que lo definen bien y evitan que parezca del montón. No es el América ni el Guadalajara, por supuesto, pero en su nivel es un equipo “que se nota”, una camiseta que tal vez sin pretenderlo ha hecho evidente su presencia en el futbol mexicano. Pasó en poco tiempo de equipo equis a equipo protagonista, y ya a nadie le extraña que tenga tantas temporadas con buenos números y, por supuesto, con campeonatos y subcampeonatos, con hartas liguillas.
Rodríguez Canales advierte algo que me parece muy oportuno remarcar; lo dice como si nada, y su juicio me parece cierto: donde se nota totalmente que Santos es un equipo con personalidad es que “marca” a los jugadores. En estos tiempos, lo sabemos, los futbolistas pasan por clubes y clubes y no ocurre nada con ellos hasta que el aficionado termina por no recordar en dónde jugaron. Con Santos ha pasado que muchos futbolistas llegan y en unas cuantas temporadas, a veces muchas, hacen lo que nunca hicieron en otro equipo, se identifican con los colores y con la afición hasta tal punto que nunca más vuelven a ser los mismos. Da ejemplos. Jared Borgetti, juegue donde juegue, siempre será el goleador del Santos; no el debutante del Atlas o el fugaz artillero del Pachuca, sino el centro delantero letal del Santos.
Y como Jared, también Rodrigo Ruiz y Adomaitis y Apud y Ramón y Muñoz y Caballero y Vuoso y ahora Ludueña, jugadores que en México suelen ser imaginados, casi exclusivamente, con la casaca de rayas verdiblancas. ¿Qué otro equipo puede hacer eso?, se pregunta mi interlocutor. No muchos, e insiste: con frecuencia sucede que los jugadores visten camisetas y se van sin dejar rastro.
Las palabras que le oí al joven Rodríguez Canales no concluyen nada; son sus opiniones, lo que él percibe desde Saltillo. Lo que me llama más la atención de esos pareceres es que surgen, como dije, de un aficionado al futbol que no apoya al Santos, que no cree en el Santos, que vive lejos del Santos, de manera que no tiene ninguna necesidad de torcer a favor de los laguneros nomás por puro quedar bien. Los que vivimos aquí, creo, no vemos igual la realidad, nos ciega la afición por el equipo, así que oír a un fuereño es saludable, más cuando parece que le da al clavo: el Santos es un equipo con personalidad y esta temporada lo demostró sobradamente. Otra vez.
Sin más ni más, opina sobre el Santos. Es la primera vez que oigo palabras similares en un no santista. Con serenidad, como quien habla de algo serio, comenta que en materia de futbol profesional los laguneros son afortunados. En muy pocos años, dice, el Santos ha hecho lo que pocos equipos de primera división: no sólo ganar campeonatos, que eso es evidente, sino constituirse en un equipo con personalidad, con rasgos que lo definen bien y evitan que parezca del montón. No es el América ni el Guadalajara, por supuesto, pero en su nivel es un equipo “que se nota”, una camiseta que tal vez sin pretenderlo ha hecho evidente su presencia en el futbol mexicano. Pasó en poco tiempo de equipo equis a equipo protagonista, y ya a nadie le extraña que tenga tantas temporadas con buenos números y, por supuesto, con campeonatos y subcampeonatos, con hartas liguillas.
Rodríguez Canales advierte algo que me parece muy oportuno remarcar; lo dice como si nada, y su juicio me parece cierto: donde se nota totalmente que Santos es un equipo con personalidad es que “marca” a los jugadores. En estos tiempos, lo sabemos, los futbolistas pasan por clubes y clubes y no ocurre nada con ellos hasta que el aficionado termina por no recordar en dónde jugaron. Con Santos ha pasado que muchos futbolistas llegan y en unas cuantas temporadas, a veces muchas, hacen lo que nunca hicieron en otro equipo, se identifican con los colores y con la afición hasta tal punto que nunca más vuelven a ser los mismos. Da ejemplos. Jared Borgetti, juegue donde juegue, siempre será el goleador del Santos; no el debutante del Atlas o el fugaz artillero del Pachuca, sino el centro delantero letal del Santos.
Y como Jared, también Rodrigo Ruiz y Adomaitis y Apud y Ramón y Muñoz y Caballero y Vuoso y ahora Ludueña, jugadores que en México suelen ser imaginados, casi exclusivamente, con la casaca de rayas verdiblancas. ¿Qué otro equipo puede hacer eso?, se pregunta mi interlocutor. No muchos, e insiste: con frecuencia sucede que los jugadores visten camisetas y se van sin dejar rastro.
Las palabras que le oí al joven Rodríguez Canales no concluyen nada; son sus opiniones, lo que él percibe desde Saltillo. Lo que me llama más la atención de esos pareceres es que surgen, como dije, de un aficionado al futbol que no apoya al Santos, que no cree en el Santos, que vive lejos del Santos, de manera que no tiene ninguna necesidad de torcer a favor de los laguneros nomás por puro quedar bien. Los que vivimos aquí, creo, no vemos igual la realidad, nos ciega la afición por el equipo, así que oír a un fuereño es saludable, más cuando parece que le da al clavo: el Santos es un equipo con personalidad y esta temporada lo demostró sobradamente. Otra vez.