miércoles, junio 11, 2014

Libros sobre la cancha









En 2006 escribí relatos (los relatos que fueron la patada inicial para Polvo somos, mi libro con cuentos futbolísticos publicado por Arteletra-Axial, 2014, 134 pp.) y en 2010 atormenté el teclado con más relatos y algunos acercamientos, digamos ensayísticos, al futbol no como deporte, sino como nostalgia. Llevo pues dos vinculamientos futboleros e intensivos en sendas etapas mundialistas, así que durante la que comenzará mañana seguiré una tónica relativamente afín: ahora escribiré reseñas de libros que a mi parecer pueden servir, con el pretexto del futbol, para invitar a la lectura. Se trata, pues, de títulos articulados por autores que han campechaneado su pasión, o al menos su indisimulado gusto, por el fut con su, ésta sí, descarada vocación literaria.
Hasta hace poco, la relación de los llamados “intelectuales” con el deporte en general y con el futbol en particular no fue del todo amable. La idea generalizada estableció que son dos esferas muy distantes. Según el cliché, por un lado los futbolistas eran vistos como hombres de acción, sujetos atados al desarrollo de sus capacidades musculares y, por ello, ajenos al cultivo del pensamiento; por otro, los intelectuales, se creía, eran bichos sedentarios y divorciados por completo de cualquier actividad que les exigiera un esfuerzo mayor al de mover las manos, las neuronas y los pulmones (esto último para exhalar el humo del cigarro). Unos se relacionaban a la frivolidad de la carrera y el cabezazo, del sudor y el grito; los otros, al silencio y la concentración, a la soledad y a un inconfeso apetito por “trascender”.
Apuntalado además por la idea de que hacer el juego al futbol era apoyar las evasiones colectivas a los problemas verdaderamente apremiantes de la sociedad, el estereotipo resistió hasta donde pudo. El gusanito del gusto futbolero poco a poco fue avanzando y de esporádicos cuentos y poemas —como el prehistórico “Juan Polti, half-back”, de Horacio Quiroga, o “Puntero izquierdo”, de Mario Benedetti— pasamos a libros enteros dedicados al tema. Entre las décadas del ochenta y del noventa la tensión fue desapareciendo y junto con este relajamiento aparecieron obras que amasaban tópicos flagrantemente futboleros sin perder su afán estético o su filo crítico.
Tal es el caso de El futbol a sol y sombra (Siglo XXI, 1995), acaso el libro sobre futbol más visible creado por un intelectual de izquierda en América Latina. Y no fue la excepción, sobre todo en el contexto de Argentina, Uruguay, Chile y México. Por ejemplo, el ameno Fútbol argentino, de Osvaldo Bayer, también autor de La Patagonia rebelde y uno de los intelectuales más comprometidos de su país. El caso es que desde diferentes ópticas, en distintos géneros, con el ingrediente del futbol profesional o callejero en el centro o en la periferia de sus obras, muchos escritores han trotado en esta cancha y a mi parecer no son escasas las piezas poéticas, novelísticas y sobre todo cuentísticas estimables.
La lista de autores es ya significativa: Soriano, Fontanarrosa, Llinás, Sasturain, Sacheri, Villoro, García-Galiano, Garrido, Letelier y muchos más, tanto que es mejor ir despachando algunas de sus obras poco a poco, como lo haré en las próximas entregas de esta columna llanera y solitaria.