sábado, septiembre 03, 2022

Adiós a Héctor Becerra

 








En noviembre de 1987, hace 35 años, la Universidad Autónoma de Coahuila Unidad Torreón premió a los ganadores de los concursos de literatura Magdalena Mondragón (cuento y ensayo) y de caricatura política Eduardo del Río, “Rius”. La ceremonia se celebró en el edificio del Departamento de Difusión Cultural de la UAdeC, ubicado, en aquel entonces, sobre la calle 12, entre Juárez y Morelos, Torreón. Entre otras personalidades, asistieron Ignacio Trejo Fuentes, jurado de ensayo que eligió como ganador un trabajo de Gilberto Prado Galán, y Salvador Castañeda, escritor lagunero radicado en el Distrito Federal, quien evaluó a los participantes en cuento.

Estuve en la ceremonia como reportero de El Juglar, órgano informativo del departamento cultural de la Universidad pública de nuestra entidad. Me tocó, por ello, escribir la nota principal, y en aquella época todavía sumaba mi segundo nombre, “Eduardo”, en la firma. Uno de los ganadores en caricatura fue Héctor Becerra Delgado, y fue allí, en aquella ceremonia, donde lo conocí. Luego nos encontraríamos muchas veces en la Ibero Torreón (de donde egresó y fue maestro), en actividades culturales diversas o en la radiodifusora en la que tantos años trabajó y donde se convirtió en un referente lagunero del comentario sobre rock y cine.

Recién, como sabemos, la radiofonía y la cultura laguneras han perdido a Héctor Becerra. La noticia de su partida fue un sacudón entre nosotros, una de esas malas nuevas que no podemos creer a la primera. Tenía 55 años, y por su actitud y hasta por su modo de vestir siempre nos daba, creo que a todos, una impresión de frescura juvenil poco o nada próxima a la idea de la muerte. Por esto no fueron pocas las expresiones de sorpresa que cundieron sobre todo por las redes sociales, ámbito en el que Héctor también se manejaba con soltura. Amigas y amigos, incluso personas que lo conocían sólo como voz detrás de un micrófono, expresaron de inmediato y por varios días el sentimiento que los/nos embargaba. Ante tantas y tan variadas manifestaciones de cariño y respeto era imposible no afianzar una certeza: Héctor había labrado bien la tierra de la amistad, se había dado a querer por todos los que alguna vez tuvimos la oportunidad de tratarlo en cualquier parte.

La última vez que pude conversar con él se dio hace poco más de un año. Invitados ambos por nuestra común amiga Lucila Navarrete a un breve campamento en La Flor de Jimulco, el contingente viajó en dos autos. No recuerdo por qué, en el regreso yo venía con mayor disponibilidad de espacio en mi vehículo y le dije a Héctor que me acompañara. Conversamos durante ese retorno a Torreón y confirmé lo que ya intuía: que a diferencia de otras personas ante las que mi realidad suele no importar y en situaciones de ese tipo (un viaje) me obligan a preguntar irremediablemente sobre sus vidas para no caer en incómodos baches de silencio, Héctor no dejó de mostrar genuino interés por mis actividades, por mis hijas, por mis amigos de literatura. Era un entrevistador nato, amable, respetuoso.

Hoy ya no está entre nosotros, pero es seguro que su recuerdo nos acompañará a todos los que alguna vez, poco o mucho, lo tratamos. Descanse en paz Héctor Becerra Delgado, y gracias por su inteligencia y su cordialidad.