miércoles, junio 10, 2020

Necesaria gratitud




















Pese a la reclusión forzada por el Covid-19 no cesan las necesidades cotidianas, esas pequeñas y grandes miserias que de no resolverse transforman la vida en un calvario. Porque vivir, así sea austeramente como la vida que procuro para mí, implica un sinnúmero de urgencias frecuentes, reiteradas y molestas, un rosario ininterrumpido de dependencias. Ya alguna vez, hace mucho, creo haber escrito y publicado unas palabras de gratitud a personas que, remuneradas o no, me socorrían con frecuencia. Ahora, en la circunstancia del encierro, asombra que no dejen de florecer los problemas y su demanda de inmediata solución, como si la inmovilidad no sirviera para aplacar un poco la emergencia de necesidades.
Agradezco, en primer lugar, a mis hermanos, pues apenas les planteo un lío cuando ya lo están desenredando: Rogelito y su permanente asesoría en todología técnica; Ana y sus soluciones médicas siempre eficaces; Humberto y su apoyo en mecánica y carpintería; Idalia y Luis que siempre están allí, listos para echar la mano en lo que sea. Qué suerte, de veras, tener hermanos que no se rajan.
Y fuera del entorno familiar, es una tranquilidad tener la nave en buen estado, y por esto confío en la experiencia de Gabriel y su taller mecánico. Hasta la fecha, reparación que hace, reparación que queda bien, siempre con absoluta servicialidad y buen precio.
Y en materia de asesoría fiscal, siempre necesaria en la impenetrable selva de lo tributario, Claudia no me deja tirado, sino que vela para que todo corra en orden y apegado a la legalidad. Igualmente, cuando se hace necesario el dibujo jurídico de algún trámite en puerta, Alfredo y Pepe no dudan en aclararme el panorama. Y en otro ámbito, el de la atención médica directa, Cháirez (poeta además) siempre mete el hombro por mí.
Si de aire acondicionado se trata, dos amigos me auxilian sin reparo: Beto y José Luis, ambos expertos en anular la asfixia provocada por la torridez de nuestra región. Y en obra civil, es decir en construcción y remozamiento habitacional, además de sistema eléctrico, mi tocayo Jaime sale al quite.
E igual, listos para lo que sea, están Chuy y Tito, amigos amigos de verdad, como dice una canción. O Adolfo, puestazo para echar músculo si se requiere. Y ya no me alcanza el espacio para agradecer a todas las personas que me ayudan. Yo tengo la posibilidad (el privilegio) de decir gracias en un espacio de prensa, éste, pero sé que cualquiera recibe ayuda y apoyo, pagado o no, y es justo que todos, cada quién a su cada cual, exprese gratitud. La vida es una larga cadena de molestias. Muchas de ellas dejan de serlo gracias a las manos que se tienden expertas y generosas.