Así suelen llamarse
algunos programas de Discovery o Nat Geo, como esta entrega de Ruta Norte.
Desde el lunes pasado hasta hoy y no sé hasta cuándo, el tema central de las
secciones políticas y editoriales en noticieros y periódicos fue el de la
denuncia que varios periodistas, activistas y defensores de derechos humanos
hicieron para apuntar que hay evidencias de que son espiados por el gobierno.
Mi amigo y paisano Enrique García Cuéllar, periodista radicado en Chiapas, ha
anotado casi desenfadadamente que esto no debería extrañarnos, y le doy la
razón: el gobierno mexicano siempre (siem-pre) ha investigado todo lo que pueda
ser investigado, principalmente a sus reales y/o potenciales enemigos. Esto se
ha dado, reitero, siempre, y si alguien se dedica a alguna actividad que el
gobierno considere delicada, será carne de expediente.
Lo que ha cambiado es
el método. Aún recuerdo, por ello, las viejas épocas de los agentes de
Gobernación que asistían a los mítines y eran tan conocidos que hasta los
oradores los mencionaban en público y ellos, serios como un interventor de
concurso, levantaban la mano para agradecer la deferencia. Supongo que además
de esa chamba aquellos pardos burócratas hacían preguntas en corto, conseguían
soplones y sintetizaban contenidos de periódicos y revistas. Hoy eso ha pasado
a mejor vida gracias a las nuevas tecnologías, pues se ha hecho posible
rastrear los movimientos, las opiniones y la vida privada de quien sea que tenga
un dispositivo móvil o inmóvil conectado a internet, y es difícil, por no decir
imposible, que un periodista, un activista o un defensor de derechos humanos no
se sirva de esas herramientas de conexión ubicua. O sea, nada más fácil hoy,
con o sin Pegasus mediante, que voyeurizar la vida de quien se atraviese.
Tal fue pues la gran mentira
de Peña Nieto: afirmar categóricamente que su gobierno no espía. Por supuesto
que espía, y por lo tanto no se diferencia un ápice de lo que han hecho otros
gobiernos desde don Porfirio (nomás por citar un punto de partida) a la fecha.
Igualmente lo hacen el norteamericano, el cubano, el argentino, todos los
gobiernos, pues parte de la supervivencia de un grupo de poder radica en contar
con información siempre actualizada, lista para madrugar en caso necesario. El
asunto es saber qué tanto, a quiénes y específicamente para qué, no si espía o
no, pues eso es un hecho.