La literatura infantil puede ser, como la otra, la
literatura no infantil, un vehículo que combine el entretenimiento con el
aprendizaje. Al ser literatura, en principio debe procurar el arte, ser un
producto estético, y si a esto se le añade el conocimiento, se redondea la obra
como fruto del espíritu humano. Los niños
del mezquite (Secretaría de Cultura de Coahuila-Amonite, 2019, Saltillo),
de Quitzé Fernández con ilustraciones de Carlos Vélez, es un buen ejemplo de lo
que afirmo: se trata de un relato no sólo bello, sino también instructivo y cuyos
destinatarios, los niños, podrán disfrutar y, al alimón, apreciar como panorama
general sobre la vida de los aborígenes que habitaban el sur de Coahuila antes
de la llegada de los europeos.
Quitzé Fernandez nació en Torreón, Coahuila,
en 1982, y ha escrito La mujer que
encontró dinosaurios en su casa y Canto
de fantasía y otros mundos mejores. Fue ganador del Premio Nacional de
Periodismo y Divulgación Científica, CONACYT y el Premio Nacional de Periodismo
“Rostros de la Discriminación.” Fundó también Amonite, una plataforma de
divulgación de ciencia y tecnología para niños.
El propósito de Amonite es el siguiente: “Por
medio de la ilustración y los medios audiovisuales buscamos acercar las
novedades de ciencia y tecnología con un lenguaje accesible para todos. Amonite
es un proyecto binacional editado y diseñado entre México y Argentina. Nace en
2017 a iniciativa de Quitzé Fernández (…) A él se unieron los ilustradores
Daniel Galindo y Jess Silva, que han generado trabajo visual para diarios e
instituciones del norte de México; y más adelante los periodistas José Juan
Zapata y Jessica Jaramillo, en la edición y generación de contenido, desde
Buenos Aires, Argentina. Todos ellos forman parte del staff permanente de
Amonite, junto a un grupo de colaboradores que aportan sus visiones
periodísticas, visuales y literarias del mundo de la ciencia”.
Así pues, Los niños
del mezquite tuvo claro su objetivo: mediante un relato coloridamente ilustrado,
vistoso, acercar a los lectores hacia el pasado de estas tierras, hacia la
cultura de los hombres y mujeres del desierto que dependían de las lagunas en el
espacio de la actualmente llamada Comarca Lagunera, de su flora y de su fauna,
principalmente de las pequeñas especies animales como conejos y peces, y de
ciertas plantas como el mezquite y la tuna.
El relato ha sido planteado desde la voz de un narrador-testigo.
Observa que Jamé, niña cuachichil, está a punto de dejar de ser niña para convertirse
en mujer; los cuachichiles fueron una de las muchas tribus (irritilas,
laguneros, tripas blancas…) que dependían de las lagunas situadas en La Laguna
y, como todas ellas, se habían adaptado al medio gracias a la caza y la recolección.
No era una vida fácil, por la hostilidad del clima, en extremo cálido en
primavera y frío en invierno, así que debían emprender permanentes migraciones
en el espacio sureño de la actual Coahuila. Gracias a las lagunas, sin embargo,
había animales pequeños y se daban frutos producidos espontáneamente por la
humedad cercana, de modo que las tribus podían sobrevivir y tenían una
convivencia, en general, pacífica.
Allí, en esta zona, el lugar donde actualmente habitamos,
el narrador-testigo (no adelanto una sorpresa sobre él) cuenta las andanzas de
su comunidad. El hilo conductor es Jamé, quien, como ya dije, se acerca a la
condición de mujer. Mientras llega ese momento, los lectores pueden visualizar los
quehaceres de la tribu, cómo viven, qué comen y cuál es su organización social,
todo articulado con una prosa poética y sencilla.
Los niños del mezquite
suma en sus créditos, además del texto escrito por Quitzé Fernández, las
hermosas ilustraciones de Carlos Vélez, la asesoría del historiador
(especialista en el tema de las comunidades indígenas coahuilenses anteriores a
la llegada de la cultura occidental) Calos Manuel Valdés Dávila, el diseño
editorial de Florentino Durón Gómez y la edición de Alejandro Beltrán.
Se trata en suma de un excelente libro infantil que por fortuna tuvo un tiraje amplio: 5000 ejemplares.