miércoles, noviembre 24, 2021

El cielo dibujado en el desierto

 











Sabemos que las comunidades que habitaron el espacio del actual estado de Coahuila no alcanzaron el desarrollo de los pueblos del centro y del sur de nuestro país, de ahí que la definición que en general se usa para distinguirlos sea la de cazadores-recolectores-pescadores. Eran, dicho esto de manera muy general, numerosas y pequeñas tribus que se desplazaban en un entorno relativamente cercano, y su movilidad nomádica dependía del clima. En tal circunstancia los sorprendió la conquista, lo que significó, por varios motivos, su desaparición.

Cuando pensamos en la época precortesiana se tiende entonces a fijar la atención en los pueblos más poderosos del centro y del sur del país. Los astros en las rocas de Coahuila: arqueología de los antiguos habitantes del desierto (Secretaría de Cultura de Coahuila, Saltillo, 2019, 136 pp.), libro del arqueólogo Yuri Leopoldo de la Rosa Gutiérrez, describe con ánimo divulgativo los estudios emprendidos con el fin de ubicar y describir la cultura material e inmaterial de los antiguos pobladores de nuestro estado. Poco a poco, acaso con lentitud pero de manera sostenida desde hace al menos setenta años, varios investigadores, entre los que destaca Leticia González Arratia, han reconstruido el rompecabezas de las comunidades que vivieron en Coahuila, aborígenes que lograron no sólo adaptarse a la naturaleza local, sino que llegaron a expresarse mediante las herramientas de la piedra y la pintura.

De la Rosa Gutiérrez (Ciudad de México, 1968) es antropólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Desde 2001 se incorporó al Centro ENAH Coahuila en el Proyecto Cuatro Ciénegas encabezado por la investigadora Leticia González Arratia. Es hoy responsable del Proyecto de Protección Técnica y Legal del Patrimonio Arqueológico de Coahuila, donde realiza labores de registro, protección, investigación y difusión del patrimonio arqueológico del estado, y colaborador de la revista Nomádica.

El libro de Yuri de la Rosa, como insinúa su título, pone énfasis en el interés que la observación del cielo provocó en los pobladores de estas tierras. Así, describe los hallazgos ubicados en seis zonas donde los vestigios dejan ver representaciones del espacio estelar.

Dice: “… la relación de los hombres con el firmamento y sus fenómenos celestes es una de las que más claramente están representadas en la gráfica rupestre que dejaron los hombres, ya que la referencia visual que existe entre los astros y las pictografías, particularmente de la luna y el sol, es innegable”.

Siete son los apartados de Los astros en las rocas de Coahuila, además de la introducción, las conclusiones y la copiosa bibliografía. “El entorno natural de los habitantes prehispánicos de Coahuila”, “Antecedentes arqueológicos en Coahuila”, “Los antiguos habitantes del desierto de Coahuila”, “La arqueoastronomía”, “Metodología”, “Los sitios arqueológicos” y “Análisis de las pictografías”. En el primero, De la Rosa Gutiérrez ubica el entorno físico del espacio donde nos movemos, nuestro desierto o semidesierto, su flora y su fauna. En el segundo apartado se sintetiza a trazo rápido la historia de la investigación arqueológica en esta zona del país.  Luego, se describe a sus antiguos habitantes, la presencia humana que en diferentes momentos del pasado se adaptó al entorno árido. En seguida, es descrita la “arqueoastronomía”, disciplina que estudia los vestigios de la representación celeste con el ánimo de entender la cosmovisión del hombre antiguo. Después de plantear la metodología de las investigaciones, vienen los capítulos con la información sobre los seis sitios arqueológicos explorados (Junco I, Junco II, La Espantosa, Cueva de la Estrella, Mesa de Cartujanos I y Petrograbados del Huizachal), a los que se suma el análisis de las representaciones de cada lugar. De un censo de 1331 figuras rupestres, 27 (el 2%) muestran soles, lunas, estrellas, cometas y otros cuerpos celestes.

Es abundante y clara la información que contiene el libro de De la Rosa Gutiérrez, y toda asombra porque da pauta a que muchos, sobre todo los niños y los jóvenes de nuestra entidad, vean que el desierto y sus rocas son un libro permanente abierto a la lectura y la interpretación.