
Entre los muchísimos libros que ya no quedan pendientes de
lectura en la biblioteca cuya solidez me ampara estaba El genio del idioma (Taurus, 2004, 257 pp.), de Álex Grijelmo
(Burgos, 1956). De él había recorrido, siempre recordaré que con placer,
algunos de sus ya famosos libros: Defensa
apasionada del idioma español, La seducción de las palabras, La punta de la
lengua y La gramática descomplicada.
Por una razón que ignoro se me había escapado hincar el ojo al cuarto de esa
serie, El genio del idioma que al fin
pude tramitar en diciembre pasado.
Grijelmo ha dicho alguna vez que a partir de Defensa apasionada… sus libros han sido
una especie de consecuencia del anterior, es decir, cada uno tira temáticamente
en un sentido relacionado con las peculiaridades de nuestra lengua en una
especie de sutil escalonamiento. Así entonces, y aunque en el fondo trabajen
sobre la misma arcilla, los libros del ¿filólogo? (¿periodista?) burgalés son
diferentes entre sí, un paso más, cada uno, en su empeño por asir todo lo
relacionado con el instrumento más importante que tenemos para comunicarnos:
nuestra lengua.
El genio del idioma entiende la palabra “genio” como la
entienden, y la han entendido siempre, quienes se dedican a los estudios de
índole lingüística. A saber, es el espíritu, el carácter del español. Es usada
sobre todo en sentido negativo ante las novedades verbales, aquellas palabras o
construcciones que no cuadran con su “natural”, que de una manera marcada o
tenue son percibidas como intrusión o desajuste, como anomalía o excentricidad
(“esa palabra no empata con el genio del español”).
El genio en este caso es pues para quienes, como Grijelmo,
aman el castellano, una especie de alma, un ojo que todo lo mira y todo lo
sanciona con buen juicio, un ente superior que vela celosamente por la
coherencia de nuestra lengua. En genio, por tanto, no tiene consistencia
material, no son los académicos ni los escritores, sino una autoridad invisible
y poderosa que por siglos, con lento rigor, desde el griego y el latín, ha
edificado cada una de nuestras palabras y las flexiones básicas del castellano.
En este libro, Grijelmo muestra cómo ha actuado el genio
hasta redondear la eficaz lengua que tenemos. Su evolución ha sido pautada por
ese ente inmenso e intangible que con lentitud, severidad y tino ha construido
uno de los idiomas mejor articulados de la humanidad. Este libro es una tetera
que recomiendo frotar para conocer al genio.