lunes, enero 16, 2012
Carta abierta a Platanito
Despreciable hijo de puta:
Disculpa la entrada de esta carta, pero creo que no mereces menos, hijo de puta. De hecho, creo que decirte hijo de puta es elogiarte, pero bueno, no encuentro de momento, al calor de mi indignación, una fórmula retórica menos delicada para dirigirme a ti, grandísimo hijo de puta.
Reír como lo hiciste, hijo de puta, con la mayor tragedia mexicana en la historia de las tragedias que involucran niños y en este caso casi bebés, no recibirá perdón de nadie. Ni el más cínico de los cínicos, creo, podría defenderte. No se necesita ser inteligente, sino mínimamente sensible, para advertir, hijo de puta, que la tragedia de la Guardería ABC no es un tema para armar chistes.
Debes saber, hijo de puta, que lo ocurrido en Hermosillo, Sonora, hace dos años no hirió ni indignó sólo a cerca de cien padres y madres de familia. También indignó a sus familiares más cercanos, a la ciudad donde ocurrió el siniestro, al estado de Sonora y no exagero que a todo o casi todo México, pues nunca faltarán los indiferentes.
Si gustas saber lo que pasó aquel 5 de junio de 2009, asómate a los periódicos y lee las descripciones, hijo de puta. Para que no sufras en ninguna hemeroteca (que seguro ni siquiera sabes qué es), escribe “guardería abc” en Google y allí encontrarás textos y fotos elocuentes sobre los 49 niños asesinados por la irresponsabilidad y el tráfico de influencias. Mira, hijo de puta, para que no batalles te doy el primer resultado que arroja la búsqueda: haz click aquí y verás una descripción fría, desapasionada, de enciclopedia, sobre la tragedia, y lo principal: leerás los nombres de los 49 niños y niñas que murieron con el peor de los desgarramientos no para que rías, hijo de puta, sino para que jamás permitamos que se repita algo remotamente parecido.
No creas, hijo de puta, que soy oportunista y aprovecho la coyuntura de tus chistoretes macabros para colgarme del tema o de tu cuantioso número de seguidores en televisión y en tuiter. Cuando ocurrió, escribí varios artículos sobre la tragedia y sé que al hacer eso, aunque nadie los leyera, me colocaba del lado de los miles que en México todavía se indignan ante la incuria y la injusticia criminales. Fueron varios, pues, los textos que desde mi pequeña estatura de escritor y periodista provinciano publiqué, por respeto a la memoria de aquellos inocentes, en medios impresos y electrónicos. Este es uno, tal vez el más —con justa razón— enconado. Espero sepas leer.
Sé, como todos, que eres famoso, que tienes un programa de televisión y que dependes, en el extremo de la cadena de mando, de Emilio Azcárraga Jean, el mandón de Televisa. Más allá de que en todo o casi todo estoy en contra de las políticas abrazadas por esa empresa de comunicación, espero en este caso una sanción fuerte contra ti, que tus patrones sean sensibles para entender que nadie puede jugar de esa manera con el dolor infinito.
No me despido, hijo de puta. Aquí, en este blog, está mi dirección de correo electrónico y de tuiter, por si se ofrece; la memoria de 49 niños bien merece debatir en donde quieras tú o quien sea.
Jaime Muñoz Vargas