miércoles, diciembre 31, 2008

2008: balas y catarros



No soy afecto a los resúmenes, pues siempre me dejan el mal sabor de haber discriminado mal. En este 2008 que hoy caduca, sin embargo, es fácil resaltar, a mi ver, los dos o tres temas que irrigaron la agenda informativa. El primero, sin duda, fue el de la violencia. El fuego alcanzó tan altas cotas de frecuencia que prácticamente no hubo día sin muertitos varios en alguna zona del territorio nacional. Chihuahua tuvo un incremento notable en este rubro, pero en ningún momento se quedaron a la zaga Baja California, Michoacán, Tamaulipas, el DF, el Estado de México, Guerrero, Durango, Nuevo León, Sonora y, por supuesto, Sinaloa, de suerte que el cómputo más popular de nuestro país fue el que llevó la cuenta de los ejecutados. La guerra contra el crimen organizado (por llamarla cómodamente) ha costado en México, pues, tantos muertos como los que produce una guerra entre dos naciones, y todavía es hora en la que nadie con sano uso de razón es capaz de adivinar hacia dónde se dirige el problema, o cuál es en el fondo, si la hay, la estrategia del Estado mexicano para aplacar al crimen.
Como en el arranque de 2007, cuando el calderonato dio el banderazo de partida a la cacería antinarca, sigue sin verse claro de qué se trata el asunto. Es como un circo de tres o cuatro pistas: por un lado son atacados efectivos pesados de la delincuencia mediante, sobre todo, la muy cuestionada participación del ejército; y, por otros flancos, son depuradas del infiltrado cochinero las instancias judiciales y de inteligencia. Ojalá y debajo del bochinche haya, de veras, un plan pensado, congruente, porque de acuerdo a lo que se ve padecemos un profundo problema de descomposición institucional que en la práctica atraviesa todos los ámbitos de la realidad. Si nos atenemos a las evidencias, el pesimismo es el único camino libre de candores. Porque, ¿cómo acabar con la lepra de la delincuencia cuando todo ha sido atacado por ella, cuando la política es una expresión de la viscosidad que sirve de lubricante a las mafias? En 2008 aumentó más del 30% el número de ejecutados en el país con respecto al año pasado. La cifra final la tendremos hoy a la media noche. Lo terrible no será tenerla, pensarla, memorizarla, sino anticipar que el 2009, visto el panorama que nos pinta un año que además padecerá la carcoma de las elecciones, será igual o peor de cruento.
La Laguna tuvo también lo suyo y terminó con sonoras balaceras para que se vea que también aquí hace aire. La cosa anduvo muy tensa a mediados del año, y hubo semanas en las que sentimos toques de queda tácitos. La cereza fue, lo recordamos, el encontronazo entre policías preventivos y efectivos federales, lo que hizo papilla, y hasta tornó risible, el anhelo de la administración joseangelista por forjar la mejor policía del norte de México.
En suma, el país ya no es lo que era antes; en exactamente dos años pasamos de la relativa tranquilidad a la zozobra plena, y lo peor: en el Estado mexicano no hay un solo culpable de esa involución.
El otro gran tema comenzó a mover su hociquito allá por mayo o junio: el secretario Carstens, con la rotundidad que lo caracteriza, dijo en Nueva York que los augurios de recesión en la economía norteamericana no iban a pegar muy duro a México, y a lo sumo nuestra economía sufriría un “catarrito”. Más allá de lo bonachón y centrado que parece, a estas alturas ya hubiera sido despedido en cualquier otro gobierno, pues su mocoso pronóstico devino pulmonía, una enfermedad ciertamente mundial, pero que en México fue manejada al principio, quizá para no inquietarnos tanto, como problema nimio y ya se ve que no lo es: cierre de empresas y consecuente desempleo, baja en las remesas, recortes presupuestales y demás traerán consigo un aumento de la frustración y la impotencia que garantizan cuadros entusiastas para la delincuencia. O sea, una mala broma del secretario Carstens.
Lo dicho, y sobre todo lo no dicho, aunque triste, no obstruye el deseo de muchos, al que me sumo, de que tengamos un 2009 productivo y pacífico. Esperancémonos: es muy difícil tener un año peor al 2008 que hoy, por fin, bendito sea Quetzalcóatl, termina.
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Terminal
En nuestra gustada sección “Grandes descubrimientos inútiles”, va: Mi hija me preguntó que cuándo cumplía años nuestro coche. Batallé un poco para responder, pero al fin hallé palabras sensatas: si no me equivoco, todos los coches del mundo celebran su cumpleaños el primero de enero.