
Hace varios años conversé con Gregorio Muñoz, arquitecto y
fotógrafo, sobre un proyecto que recién acababa de consumar: tomar fotos a trabajadores
del Mercado Alianza de Torreón. Recuerdo que en su computadora vi algunas
imágenes de ese lote fotográfico y quedé muy complacido: con paciencia y buen
ojo, Gregorio había logrado captar rostros de laguneros (hombres, mujeres,
niños…) de aquel sector comercial, el más antiguo de nuestra ciudad.
Pasaron no pocos años (¿ocho, nueve?) para volver a toparme
con los rostros capturados por la lente de Gregorio. Fue al lado del monumento
a Juárez ubicado en el extremo sur de la Plaza Mayor, sitio donde una especie
de biombo de metal sostiene en sus facetas varias de las fotos impresas en gran
formato. Todavía hoy, el transeúnte tiene allí la oportunidad de admirar el
trabajo de Gregorio, una labor que ratifica uno de los valores más importantes
del arte fotográfico: recoger la expresión humana más allá de los cánones que
suele demandar la publicidad, es decir, esa expresión con modelos ad hoc para apuntalar el éxito de las
marcas.
Gregorio fue con la gente de la Alianza y a cada posible
retratada o retratado le pidió una foto in
situ, con la pose más natural posible. Así consiguió, por ejemplo, la
imagen del chicharronero que sin soltar la pala (o como se llame) incrustada en
el aceite hirviente del cazo mira a la cámara con cierta inquietud; o la pareja
que se abraza levemente, con él de lado para que admiremos en su brazote los
tatuajes de ¡Minnie Mouse, Tigger y Winnie the Pooh!; y una más: la señora que
vendía libros usados en el corazón de la Alianza, un negocio rarísimo y ya
desaparecido en el que por cierto, dicho sea de paso, alguna vez encontré a
veinte insignificantes pesos la primera edición de La feria (1963) con la firma autógrafa de Juan José Arreola.
El desfile de comerciantes muestra, como en una sinécdoque,
la parte por el todo: vemos al tortillero, a la carnicera, al frutero, a los
zapateros, en suma, a laguneros de a pie en sus respectivos oficios, lo que
sintetiza un rasgo muy valioso de la mentalidad lagunera: el aprecio que acá le
tenemos al trabajo, al esfuerzo, a la lucha de todos los días para seguir en
pie pese a que la estepa no es precisamente un vergel, sino un ámbito severo en
el que chambear todos los días es imperativo que asumimos con voluntad de
hierro.
“Rostros de la
Alianza” es una exposición fotográfica que nos retrata, pues, a todos los
laguneros. Se la debemos, y por ello le agradezco aquí, a Gregorio Muñoz.
Nota. Todas las fotos de este post, una pequeña muestra del total de la exposición "Rostros de la Alianza", las tomé yo con celular, así que su calidad no corresponde con la de las imágenes originales.