Volver al arte querido es un hábito en el que me debato
permanentemente. Me gusta la novedad, claro, descubrir aquí y allá nuevas bellezas,
nuevos asombros, pero no puedo prescindir de ciertos goces duraderos, de esos
que suelen acompañar a lo largo de la vida. Así como otros vuelven a The Doors
o a Kerouac, así como otros regresan a Kurosawa o a Proust, yo vuelvo seguido a
Yupanqui, y más particularmente a sus “Coplas del payador perseguido”, un largo
poema expresado en secciones serenamente conversadas y en partes cantadas con
reticencia, casi en voz baja, a la manera de los payadores.
Este poema de Roberto Chavero —nombre real de Yupanqui— narra
la andanza de un cantor que va y viene por la geografía argentina y en todos
lados ve con azoro penas y calamidades. La forma de cada estrofa es la
“sextina”, y a la manera del clásico Martín Fierro, los octasílabos del payador
yupanqueano proponen un recorrido en el que la realidad predominantemente cruel
es introyectada por el cantor y convertida en reflexión sobre la vida y sus severidades.
Uno de los goces que reitero al escuchar estas coplas es el
de comprobar que poco a poco he retenido, pese a la porosidad de mi memoria,
sextinas completas y no pocos octasílabos sueltos en los que advierto alguna
peculiaridad ética/estética mayor. Por ejemplo, en este par de estrofas
seguidas donde el payador declara su condición, su origen y su desprecio a quienes
no saben de la adversidad: “No sé si mi canto es lindo / o si saldrá medio
triste; / nunca fui zorzal, ni existe / plumaje más ordinario. / Yo soy pájaro
corsario / que no conoce alpiste. // Vuelo porque no me arrastro, / que el
arrastrarse es la ruina; / anido en árbol de espina / lo mesmo que en
cordilleras / sin escuchar las zonceras / del que vuela a lo gallina”. La
sencillez del lenguaje y la plasticidad rústica de las imágenes embonan a la
perfección. Asimismo, en una estrofa que aparece más adelante, Yupanqui pone en
labios de su artista trashumante una virtud que para él era valiosa en todo
creador: no creerse más que los demás, saber considerarse un trabajador más: “Si
alguien me dice señor, / agradezco el homenaje; / mas soy gaucho entre gauchaje
/ y soy nada entre los sabios. / Y son pa’ mí los agravios / que le hagan al
paisanaje”.
Aparece completo en Youtube. Me gustaría que les gustara
igual que a mí.