sábado, febrero 07, 2015

Amarrado como puerco












Ninguna fiscalización mexicana goza de cabal independencia, del margen de operación que le permita, en efecto, auscultar imparcialmente y encaminar sanciones. Todo esto se mueve con hilos, los hilos del poder, así que en el mejor de los casos los ciudadanos sólo vemos algún señalamiento que jamás pasa a mayores, alguna observación menor y, cuando la cosa está que arde, algún chivo expiatorio de baja monta.
Por eso no dejó de ser una pachanga la designación de Virgilio Andrade Martínez como secretario de la Función Pública, un guiñol muy mal disfrazado de zar anticorrupción. Lo primero que me vino a la mente, y en este sentido me guié por la inevitable impresión de botepronto, es aquella frase de Juan Belmonte: “Para ser torero, primero hay que parecerlo”. Confieso que más allá de cualquier segunda y necesarísima consideración, el señor Andrade no da ni siquiera lejanamente el gatazo de zar anticorrupción, y en un país como el nuestro, tan dado a la corrupción, para empezar, y a las reacciones basadas en la facha del pelao, dudo que el nuevo secretario haga temblar siquiera a los cuicos que abusan del charolazo.
Así el abarrote, la primera misión del secretario recién elevado a los cielos del gabinete será menos que un sketch de Jojojorge Falcón. Se supone que “En su nuevo puesto será el responsable de investigar si hubo o no conflicto de interés en las compras de casas que Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, hicieron a empresas contratistas del gobierno federal, según lo anunció el propio mandatario”.
Bueno. Digamos que suspendemos por un momento la suspicacia y no le hacemos caso al humor necesariamente involuntario; digamos que creemos en la objetividad del señor Andrade; digamos que en verdad hace valer el sueldazo de secretario y decide portarse como los merititos perros; digamos que de verdad indaga pistas y cruza la información y consulta con homólogos extranjeros y después de todo eso llega a conclusiones terribles: el presidente, su esposa y su secretario más poderoso salen de la investigación más sucios que las papas. Digamos todo eso y luego pensemos qué sucedería, qué reacción tendrían el patrón, la señora del patrón y el brazo derecho del patrón.
Yo sí sé qué pasaría. Nada, pues de antemano entendemos que en este caso es imposible suspender la incredulidad. Todos sabemos de antemano que Andrade está, dicho con las sabias palabras del inmortal Canaca, “amarrado como puerco”.