Mi hermano Luis Rogelio me hace ver que El Siglo de Torreón publicó esta entrevista hace diez años, el 4 de septiembre de 2003, cuando el Santos Laguna cumplió veinte. Ahora que la releo noto que contiene algunas afirmaciones todavía válidas y otras ya rebasadas por la realidad, como el declive del boxeo (que repuntó tras decaer el "pago por evento") o mi trabajo en la UIA Laguna. Sea como sea, aquí está:
Jaime Muñoz Vargas explica el contexto
en el que nacieron los “Guerreros”, hace 20 años
Ni en sus mejores años la Morelos estuvo tan repleta de
niños, jóvenes y adultos que gritaban al unísono “Santos, Santos, Santos”. Eran
los tiempos en que “el equipo de todos” ganaba los partidos, aunque tuviera un
marcador en contra. Llegó a la final ante Tecos, la perdió, pero para los
laguneros fue el mayor de los triunfos.
Por 90 minutos reinaba la calma. Uno que otro coche se
atrevía a cruzar las calles, porque seguramente se le había hecho tarde para la
transmisión del partido. De vez en cuando, el silencio era interrumpido por un
prolongado ¡gooooool! Y a los minutos siguientes venía la angustia por las
amonestaciones, expulsiones y anotaciones en contra.
Santos Laguna cumple hoy 20 años de vida en el futbol
profesional de México, y hasta el momento no ha habido otra campaña tan
gloriosa para la afición, como la inolvidable 1993-94.
Pero, ¿qué llevó a los laguneros a dormir desde una noche
antes en el Estadio Corona para conseguir un boleto? ¿O a saciar la codicia de
los revendedores, comprando contraseñas y boletos a elevadísimos precios? ¿A
faltar al trabajo, salirse de clases y dejar cualquier otra actividad para
sentarse frente al televisor cuando jugaban los “Guerreros”?
Sin lugar a dudas, a partir de esas muchas victorias y
también derrotas, el Santos Laguna se convirtió en todo un fenómeno
sociocultural, símbolo de identidad entre los laguneros como en su momento lo
fueron el algodón y la uva, el puente que une las ciudades hermanas o el Puente
de Ojuela.
Jaime Muñoz Vargas reunió en su libro La ruta de los Guerreros. Vida, pasión y suerte del Santos Laguna,
aspectos trascendentes en la historia del equipo de casa.
El escritor lagunero y catedrático de la Universidad
Iberoamericana (UIA) Torreón habló sobre el papel que “juega” el Santos en la
vida social y cultural de Torreón, Gómez Palacio, Ciudad Lerdo, San Pedro,
Matamoros y demás municipios que integran la Comarca Lagunera de Coahuila y de
Durango.
¿Cuál era el contexto
que enfrentaba la Comarca Lagunera cuando el Santos Laguna llegó a su primera
final, en la campaña 1993-94 que le llevó al subcampeonato?
El Santos Laguna es un equipo nacido en plena crisis. 1983 —año
en el que jugó su primer partido en aquel momento auspiciado por el IMSS— es
apenas el segundo año del sexenio de Miguel de la Madrid y para entonces la
palabra “crisis” era la más socorrida en el vocabulario de los mexicanos.
Las devaluaciones nos golpeaban cada mes y, como es obvio,
La Laguna no pudo estar al margen de aquella coyuntura. Con las uñas, las
primeras autoridades del Santos armaron un equipo que desde el principio fue
bien recibido por la afición. Puede decirse incluso que el Santos Laguna nació
con carisma y eso ayudó a que, pese a la terrible situación económica del país,
la gente no abandonara su posición en la tribuna.
Con tropiezos, con descalabros de todos los colores, el
equipo se mantuvo en pie y logró incluso sobrevivir al criminal sexenio de
Salinas, lo cual ya es mucho decir. Así llegó aquel subcampeonato contra los
Tecos y con ello la primera irrupción de fervor social en torno al club. Atrevo
una hipótesis para tratar de explicar aquel fenómeno: La Laguna fue muy
golpeada por Salinas, nuestra región padeció años terribles con aquel presidente,
nuestra economía se estancó dolorosamente y los laguneros encontraron en el
Santos subcampeón una especie de válvula a la asfixia provocada por el
torniquete salinista a La Laguna. Tal vez eso ocurrió.
De alguna manera,
¿esta situación influyó para que el equipo se convirtiera en todo un fenómeno?
A partir de 1993-94 comienza el despegue real del Santos
Laguna, es cierto, pero debemos recordar que la primera etapa, aunque
traumática, sirvió para definir, para afianzar la mentalidad del aficionado.
Todos recordamos al Santos del Choque
Galindo, del Puma Rodríguez, de
Dolmo, de Armendáriz, de Juan Flores, esos sí fueron años heroicos para el
club.
El equipo logró sobrevivir pese a su modestia y lo más
importante: creó afición. Luego, con los nuevos dueños, las condiciones
evolucionaron. Con la inyección de recursos, el Santos pasó al protagonismo y
desde entonces el fenómeno pasó de la efervescencia a la estabilidad, al éxito
sostenido. Si siguen así las cosas, difícilmente volverá a darse la santosmanía
de 1993-94.
En mi libro afirmo que a La Laguna le hacía falta un icono
que lo identificara en todo el país, y el Santos, junto con el poder de los
medios de comunicación, pasó a ser una especie de representante de la región en
todo México. Quizá exagero, pero a La Laguna la ubican hoy de Sonora a Yucatán
gracias a que aquí juega el Santos. La tele llega a todas partes.
¿Por qué antes no se
había desatado tanta euforia?
Los más viejos que yo saben que antes de la santosmanía aquí
hubo conatos de euforia deportiva con el fut y con el beis. La celebración no
fue muy aparatosa, nunca se desbordó en las calles, pero sí se dio algún ruido.
Supongo que este fenómeno tiene mucho de mediático.
El desarrollo de los medios nacionales y de los locales
provocó que el futbol fuera convertido en una prioridad social y, por ese
hecho, tras los triunfos, se desató la efervescencia, la catarsis. Antes eso no
ocurría porque no había tanta cobertura mediática ni un equipo que dejara
suficientes números negros sobre la libreta.
¿Consideras que el
equipo ha crecido junto con los laguneros, es decir, con el desarrollo de esta
región?
Sí, La Laguna no cesa de crecer y ya estamos arrimándonos
peligrosamente a la condición de urbe ingobernable, caótica e inequitativa. La
Laguna se ha desarrollado, pero debemos preguntarnos si las oportunidades son
parejas para todos. He allí la clave del verdadero desarrollo. ¿Por qué hay
tanta afición del Santos en Ciudad Juárez, en Tijuana? Por la pobreza, nuestros
ranchos se han vaciado de mano de obra barata para la maquila fronteriza y
hasta allá se van esos desheredados de la comarca. Se van y lo único que se
llevan es su identificación con el Santos. Supongo que los triunfos del equipo
son sus pequeños triunfos allá, donde a ellos los exprimen.
¿Cuál es el papel que
han jugado los medios de comunicación?
Como tantos otros en la actualidad, el fenómeno de la
querencia por el Santos tiene mucho que ver con los medios. El futbol es un
gran negocio mundial. Si el producto es ubicuo (el futbol), el consumo es también
omnipresente, y La Laguna no está al margen de esa situación.
Y actualmente, ¿cómo
es la relación del equipo con su entorno?, ¿hasta dónde ha llegado?
La imagen del Santos ha permeado a todas las clases sociales
por igual. Si a la presencia mediática sumamos el hecho de que el fut sigue y
seguirá siendo el deporte más popular — “la venganza del pie contra la mano”,
como dice el poeta—, el más barato y el más sencillo de entender, es de suponer
que la feligresía santista seguirá creciendo en La Laguna como lo ha hecho desde
hace veinte años.
¿Habrá nuevos
fenómenos con los Vaqueros Laguna o con los Algodoneros de la Comarca?
Lamento mucho lo que ocurre con el beis y con el basquet.
Son deportes espléndidos y deberían penetrar más en el gusto de la gente, pero
no tienen ni por asomo la difusión mediática de la que goza el futbol. Durante
un tiempo el box tuvo mucho arrastre popular, pero lo perdió debido sobre todo
al pago por evento inventado en Estados Unidos por el gangsterismo de Don King.
Eso mató al pugilismo como deporte de arrastre masivo.
Mientras se esperan nuevas glorias, con la ilusión de llegar
una vez más a la liguilla y conseguir el máximo trofeo del futbol nacional, el
Club Santos Laguna soplará hoy las 20 velas del pastel de aniversario.
El primer partido
El domingo cuatro de septiembre de 1983 La Laguna amanece
con la buena nueva del cartel publicitario que pregona el acontecimiento:
“Futbol-Futbol/ Hoy domingo/ Renace el futbol profesional para la afición
lagunera”, decía el anuncio, y agregaba: “Inauguración de la Temporada/
1983-1984/ 15:30 de la tarde/ Santos-IMSS Laguna/ Vs./ Bachilleres de la U. de
G./ Numerados $250.00/ Sol $100.00/ Sombra Gral. $200.00/ Niños Sombra $50.00/
Niños Sol $20.00/ ¡Asiste y apoya a tu nuevo equipo de La Laguna!”
Aquella tarde canicular el Sol pegaba como suele pegar en el
desierto irritila, pero no impidió que una buena cuota de aficionados asistiera
a la apertura del torneo y al bautizo del club local. Acaso para simbolizar que
el nuevo equipo no representaba a un solo municipio, sino a toda una región, el
acto inaugural fue concelebrado por los alcaldes de las ciudades-ombligo
laguneras: Braulio Fernández Aguirre, de Torreón; Manuel Gamboa Cano, de Gómez
Palacio y Vicente García Ramírez, de Lerdo; en la ceremonia también participó
Salvador Franco Morones, delegado del IMSS en Durango.
Eran las 15:45 horas cuando los equipos entraron a la
cancha; Santos Laguna, uniformado todo de blanco, pisaba por primera vez,
oficialmente, la gramilla de su estadio. Se oyó el Himno Nacional; después, el
presidente de Torreón pronunció las palabras inaugurales y de inmediato varios
niños desfilaron con los nombres de los equipos que integraban la Segunda
División “B”. Para hacer un énfasis de profundo cariz simbólico, los tres
alcaldes patearon un saque inicial. Eran ya las cuatro de la tarde, la hora de
la hora.
Este pequeño fragmento de la crónica del libro de Jaime
Muñoz Vargas, ilustra cómo inició la tradición santista, que hoy es todo un
fenómeno.
Sobre el libro
Jaime Muñoz Vargas publicó hace cuatro años el texto con la
historia del equipo local.
—La ruta de los
Guerreros. Vida, pasión y suerte del Santos Laguna se publicó a finales de
1999, cuando el equipo cumplió 17 años.
—Es un texto de más de 300 páginas, producto de una
investigación de cinco meses en periódicos.
—Durante este tiempo el autor escribió con el fin de
retribuirle algo al único deporte que pudo practicar en su niñez, dado que el
lugar donde nació, en Gómez Palacio, no dejaba otra alternativa: o jugaba fut o
no jugaba nada.
—El libro fue publicado gracias al apoyo del impresor
lagunero Alfonso Amador Salazar.
—Aunque agotado, pudiera existir la posibilidad de
reeditarlo en una versión más sintética y con el apéndice de los últimos tres
años de historia santista.