sábado, septiembre 23, 2017

Telenovela sin final feliz













Me asomé a ratos por la vía internética al relato de Televisa en el Colegio Enrique Rébsamen. Hasta muy tarde advertí, gracias a parientes y amigos, que ese reality montado por la televisora de Emilio Azcárraga tenía al país en suspenso y acusaba una crecida de su rating como no la veía en muchos años. Una reportera con acento más fresa que el de Paulina Rubio, lo cual es mucho decir, describía paso a paso las operaciones de rescate que realizaban decenas de militares con el fin de salvar, se dijo en las primeras horas, a una niña; luego, ya en la noche, a “Frida Sofía” sin apellidos. Junto a la reportera estuvo varias horas el secretario de Educación; daba fe, como interventor de Gobernación en concurso de Chabelo, de que todo se llevara a cabo sin dilación y con extremo cuidado.
Se habla hoy de excesos informativos, de melodramatismo artificioso, de mucha crema telenovelesca a unos tacos que no la requerían, pues la situación era trágica per se y no era menester cargarle tintas histriónicas. Lo primero que faltó en Televisa fue un Jacobo Zabludovsky, quien más allá de su catadura moral fue un periodista con tal dominio de la profesión que en el 85 hizo quizá lo mejor que se le recuerda: la sobria crónica del terremoto articulada por teléfono desde su coche. Ahora, al contrario, ni la reportera colocada in situ ni los comentaristas en el estudio parecieron estar a la altura de la desgracia. Estaban tan emocionados (no sabemos si real o embusteramente) que en determinado momento de la tarde, cuando el rescate ya llevaba como cinco o seis horas de fatigosas maniobras y especulaciones, los periodistas hablaban del colegio como “sitio emblemático de la tragedia”, como punto de referencia obligado para recordar en el futuro el nuevo 19 de septiembre, algo así como el Hotel Regis versión 2017.
El martes 19 me fui a dormir luego de la entrevista al secretario Nuño, quien declaró (enunciando ochenta veces el adverbio “eventualmente”) que no habían tenido contacto con los padres de la hipotética niña atrapada en el derrumbe. Eso me movió a duda. ¿Cómo, un secretario federal que no tiene noticias de los parientes de una niña cuyo rescate tiene pasmado al país? En fin, dormí. A la mañana siguiente desayuné con la guerrita de declaraciones entre Televisa y la Secretaría de Marina. ¿Quién le metió gol a quién? Ya no lo sabremos con precisión, pero para el público fue un fraude, una vulgar telenovela en medio del desastre real.