sábado, noviembre 21, 2009

De Nigris y la mafia



No era un superestrella, pero es indudable que sabía cazar balones y embutirlos un poco a la manera de Jared, si me permiten la comparación. Jovencito, apenas de 31 años, Antonio de Nigris nos tomó a todos por sorpresa. Si bien ya le habíamos perdido la pisada, de vez en vez sabíamos que andaba, tal vez sin mucho éxito, en algún equipo del mundo, jugando no sabemos si bien o mal, pero allá, contratado por temporadas cortas. Estuvo incluso en el Santos de Brasil, el equipo que recién nos visitó para inaugurar ya sabemos qué. Así pues, desde muy lejos, la figura del llamado Tano llegaba a México por la vía de vagas y pequeñas notas informativas. En mi fuero íntimo nunca dejé de admirarle ese trotamundismo; será porque soy un insalvable sedentario, el caso es que De Nigris demostró tener una asombrosa resistencia a la lejanía.
En México, creo, no le hubieran faltado equipos y bien se sabe que los sueldos en nuestro balompié no son nada despreciables. Lo que gana un jugador en un mes puede equivaler al sueldo de decenas o cientos de trabajadores, así que el Tano bien pudo quedarse. Pero no, prefirió trashumar por canchas remotas y desconocidas para la afición local.
Como todos, lo recuerdo con la casaca del Monterrey, de los Pumas, del América y del Puebla. También, un breve momento, con la verde de la selección, donde por cierto anotó un gol de esos que en lo personal siempre quise hacer, pues seguramente la pierna siente el orgásmico placer de haber golpeado con saña una pelota que viene de aire, centrada con algo de fuerza; en ese tanto memorable contra Brasil en 2001, De Nigris vio venir el pase largo, se colocó detrás de los defensas y como venía, de aire, le soltó toda la pata y salió un latigazo bestial que por poco destruye la portería (de hecho, en el video se nota que por el balazo sale volando un objeto colocado detrás de la red). No olvido que cuando cayó ese gol el narrador era mi amigo Raúl Orvañanos, quien con voz ronca y rendido énfasis gritó: “De Nigris… ¡uy, qué gol, qué gol, golazo de De Nigris, qué bárbaro, me voy a poner de pie!”. Y sí, ése y otro de aire que le hizo al América estaban para ponerse de pie, pues el joven regio tenía la habilidad de los rematadores natos: estar siempre allí, acechando, y soltar sin pensarla dos veces el disparo a una portería que está más en su mente que en la realidad, pues este tipo de jugadores es capaz de rematar de espalda (como Borgetti frente a Italia o como De Nigris en varias ocasiones). Insisto: no era un superdotado, pero tenía lo suyo y en México se ganó el respeto de los aficionados que sí le saben a esto.
Tras su muerte, la información en México fluctuó entre el desconcierto y los homenajes al vapor. Nos enteramos de golpe que jugaba para un equipo griego, que padecía un problema cardiaco y que todo ocurrió repentinamente. Las jugadas de De Nigris desfilaron en las pantallas de la televisión durante la semana que termina. El tema llegó también a las secciones de espectáculos, pues Poncho, el hermano de De Nigris, se mueve en ese ambiente. Poncho viajó a Grecia para tramitar el traslado del cuerpo hacia México, y desde allá ha venido haciendo la declaración más importante de su vida: que los altos directivos del futbol mexicano son unos “mafiosos”.
Sus opiniones pueden ser tenidas como expresadas por un sujeto alterado con el pesar que provoca la muerte cercana, en este caso la de su hermano. Pero encierran verdad, pues es muy extraño que una institución que maneja millones de pesos no sea capaz, aunque sea por imagen, de ponerse al servicio de una familia fuertemente vinculada al futbol. La situación estaba puesta de pechito para que las autoridades del futbol mexicano se lucieran, para que a la voz de ya colocaran un avión en Grecia y representantes que ayudaran a los familiares de De Nigris a desahogar cualquier trámite molesto. Pero salió a relucir otra vez lo mismo: la solidaridad no es un hábito frecuente en el futbol mexicano, menos entre sus máximos rectores.
Por ello, propongo que en los partidos de la liguilla que hoy empieza sea ofrecido un minuto de silencio a la memoria de Antonio de Nigris y luego un minuto de abucheos para los directivos, por mezquinos.