La vida es caprichosa,
laberínticamente caprichosa. Cada cual, la mía y la de cualquiera, es como una
de aquellas canicas que ruedan azarosamente y cuesta abajo, como metaforizó
Yáñez en Al filo del agua. Basta
doblar una esquina del laberinto para que todo cambie, para que nuestro pobre
destino individual tome caminos inesperados. La vida es pues un cúmulo infinito
de accidentes, un río de circunstancias que sólo puede tener fin con la muerte.
Migrar
al mar (Universidad Veracruzana, Xalapa, 2015), novela de
Jorge Arturo Abascal Andrade (Orizaba, Veracruz, 1964), trabaja sobre esta idea mediante cuatro
vidas que en efecto, desde distintos lugares, confluyen en el mar,
específicamente en Acapulco. Antes de que se dé el encuentro, los personajes
deambulan en sus realidades aisladas: Iris es una joven de carrocería
imponente, una teibolera apremiada por traducir sus curvas en dinero; Tom es un
gringo lácteo, un don nadie en su contexto, un pobre ser movido hacia el viaje —una
especie de huida, más bien— por el fracaso sexual en su contexto; Antonella es una joven
rica, acelerada, con la vida resuelta pero despojada de afecto familiar; por
último, Winston es un pandillero salvadoreño, un mara que ya pasó por todo
antes de llegar a la vida adulta. Esos cuatro picos forman el cuadrángulo de existencias
que atraviesan Migrar al mar.
Con una prosa que en
cada trazo se perfila hacia un tono poético de notable factura, Abascal nos inmiscuye en las vidas
de sus personajes. En todos los casos, cada cual a su manera, hay una juventud,
y presuponemos también que una infancia, deshilachada, particularmente en el caso de Iris
y de Winston. Pese a que ya están instalados en la joven adultez, los cuatro
dan la impresión de no saber qué son, qué desean, qué necesitan. La migración
hacia Acapulco es pues, como la de los animales, algo instintiva, un viaje que
les depara, quizá, un fruto venturoso o la consumación de sus desgracias
individuales. El viaje del lector consistirá en llegar a la imbricación y la
desembocadura de estos cuatro ríos.
El tono poético ya
mencionado no se desvanece en ninguna circunstancia, lo que se convierte en una
de las principales fortalezas de Migrar
al mar. Es particularmente grato avanzar por pasajes ciertamente duros,
como los que retratan la adolescencia de Iris o la vida atropellada de Winston,
sin dejar de sentir que la narración ha puesto énfasis en el poder de la
expresión literaria desde la primera hasta la última páginas. Hay, no sobra mencionarlo, trazos en los que la cachondería nos mueve hacia el antojo.
Abascal Andrade es
autor de los libros De Fátima y otros
cuentos y de varias antologías. Es maestro en Letras Iberoamericanas por la
Ibero Puebla, donde además es jefe de publicaciones. Su libro más reciente es
la antología Próximamente en esta sala, cuentos
de cine (Cal y arena, México, 2016). El prólogo de este libro puede ser
leído íntegro aquí.
Migrar al mar puede ser buscada en La Laguna en la librería El Astillero (Morelos 559 poniente, zona centro, Torreón), que distribuye títulos de la Universidad Veracruzana.