miércoles, diciembre 11, 2013

Memoria y permanencia




















Aunque presumimos lo contrario, tenemos mala memoria. Pasan apenas unos cuantos años para que olvidemos lo que, se supone, siempre deberíamos recordar. Por ejemplo, en México se sigue hablando hoy de polarización, de esa división social provocada por lo ocurrido en 2006. Lo que no se recuerda es quién, cómo y por qué la propició. Contra esa mala costumbre, ciertas sociedades tienen la buena costumbre de organizar documentos para tenerlos siempre a la mano y recordar cuando es debido. Los franceses, por caso, son maestros en la organización de archivos, y acá en América, desde hace algunos años, los argentinos tienen la obsesión de documentar lo más posible el pasado reciente, harto monstruoso.
La memoria, entonces, alcanza su dimensión mayor cuando la aterrizamos en documentos. Sea de interés colectivo o individual, es importante ver que cuaje en papel o, ahora también, en audio y/o video. El hábito, como ya insinué, no es común entre nosotros, y eso se debe acaso al recelo y los dobleces que Paz y otros han destacado en el ser mexicano. Nos gusta, pues, rodear, eludir, no mostrarnos.
Por esto es celebrable que Rosario Ramos haya escrito, publicado y presentado (el lunes 9 de este mes) Los días de mamá, memoria que recorre la vida de su madre en relación con la numerosa familia que le cupo en suerte. El diálogo que entabló la autora con su madre no fue sólo un diálogo literal, sino entablado incluso con silencios a lo largo de una vida poblada de anécdotas, tropiezos, desacuerdos y todo lo que en general sazona el caldo en el que se configura una familia.
Los presentadores destacaron, cada uno de acuerdo a su posición profesional, los valores de este libro. Ruth Castro, quien lo editó, dio una idea clara del trabajal que hay detrás de todo producto bibliográfico digno de ser llamado “libro”. Angélica López Gándara enfatizó el valor de lazo que entablan los hijos (sobre todo las hijas) con su madre, un lazo que por lo común se enreda o se tensa, pero que suele no romperse. Felipe Garrido, por su parte, enfatizó la importancia de la escritura como arma para luchar, así sea infructuosamente, contra el olvido que, como dice un tango, todo destruye.
Tuve ya la suerte de acceder, cuando se encontraba aún en estado embrionario, a las primeras páginas de lo que hoy es Los días de mamá. Puedo decir ahora que es un emotivo viaje al interior de esa relación siempre desafiante: la que mantenemos con nuestros padres y tiene por costumbre dejarnos insatisfechos, pues si nos brindamos a fondo o si les regateamos tiempo y afecto, de todos modos al final nos queda la sensación de que pudimos estar más cerca y brindarnos más.
Rosario Ramos ha pintado, como vocera de su amplia familia, una estela detallada del recorrido vital de su madre. Es un buen ejemplo para todos de que la memoria bien documentada se defiende mejor ante la inevitable erosión provocada por el tiempo.