miércoles, marzo 06, 2013

Historias de vida por María Rosa Fiscal


















Conozco a María Rosa Fiscal desde hace cerca de diez años y presumo su amistad. La presumo porque ella es una mujer extraordinaria, tan lúcida como generosa. Fue, creo, la primera crítica que hizo manifiesto mi trabajo literario en Durango, y eso jamás dejaré de agradecerlo. Antes de conocerla sabía yo de su valiosa obra gracias a dos libros, uno de ensayos y otro de carácter compilatorio.
Para los que no lo saben, María Rosa nació en Durango y estudió letras en la UNAM, además de una maestría en la misma disciplina. Durante casi veinte años formó parte del personal académico de la Universidad Nacional, y además impartió cursos de literatura y español en el Centro de Enseñanza para Extranjeros en el DF y en San Antonio, Texas. Ha publicado, entre otros, La imagen de la mujer en la narrativa de Rosario Castellanos (UNAM, 1981), Durango, una literatura del desarraigo (Conaculta, 1991) y Perfiles al viento (IMAC-Juan Pablos, 2000). Además, son incontables los artículos y reseñas que ha publicado en periódicos y revistas del país, entre los que se cuenta la revista Proceso. En 2009 tuve la suerte de presentar en Gómez Palacio El aroma de la nostalgia, sabores de Durango II, libro que, como lo dije en aquel momento, despliega otra de las inquietudes de María Rosa: “Un poco al sesgo de su producción ensayística, María Rosa Fiscal nos ha regalado en los años recientes con dos libros que a mi ver son dechados de buena prosa memorística: se trata de obras que contienen recetas de platillos familiares a los que su autora ha añadido el aderezo de su recordación y su apetito de excelente lectora, es decir, todo aquello que surge en su mente al enunciar ‘caldo de pescado’ o ‘galletas de miel para la navidad’”.
Incansable, María Rosa nos convida ahora Historias de vida, 21 mujeres de Durango. Voy a decir de entrada algo que puede parecer desconcertante, pero al explicarlo verán que no lo es tanto. El subtítulo dice “21 mujeres de Durango”, pero el dato es incorrecto. Las conté y no son 21, sino 22. La razón de mi peculiar aritmética es simple: si nos atenemos a la evidencia, a las 21 mujeres indagadas en estas biografías hay que sumar la vida de María Rosa Fiscal, quien en el sobrevuelo a las vidas y las obras de mujeres destacadas en la capital duranguense ha dejado buena parte de su personalidad, tanto que podemos considerar la presencia, entre líneas, de una biografía número 22. En efecto, aunque nuestra querida biógrafa aspire a borrarse, a afantasmarse, allí está, viva y presente en cada esbozo de vida. Vemos a María Rosa, pues, preguntando, anotando, leyendo, escribiendo, entrevistando, organizando, lo que nos pinta su hermosa vocación de escritora, de duranguense, de mujer íntegra y, no titubeo al enunciarlo, ejemplar.
Ahora bien, no caigamos tampoco en la inexactitud de creer que María Rosa quita reflectores a sus biografiadas. Eso jamás, pues si algo caracteriza a nuestra autora (es otro de sus rasgos más salientes) es la modestia. Con pulcritud, sin aspavientos, cálidamente, la autora cuela su mirada en 21 vidas de mujeres y nos presenta un cuadro amplio del mundo femenino real en la ciudad de Durango.
Cada biografía es breve sólo en apariencia, pues detrás de cada aproximación se siente la complejidad de una vida. Noto que no se trata en ningún caso de un acercamiento como de ficha enciclopédica, como de hoja de vida breve, ese texto biográfico muy parecido al que nos ofrecen las solapas de los libros. La maestra Fiscal ha procedido con hondura hasta dar con el o los rasgos definitivos de cada mujer abordada y, lo que es acaso más importante, hasta hallar su vinculación precisa con la sociedad que le tocó vivir a cada una. Por allí, en el prólogo, lo señala: no se trata de hacer un planteo biográfico como si las mujeres aquí perfiladas hubieran vivido en el éter, al margen del entorno. Al contrario, para que la biografía adquiera densidad, cada mujer aquí retratada es puesta en el escenario familiar, académico, laboral y cultural que le cupo en suerte, de manera que el lector no sólo atestigüe logros, sino que vea el contexto en el que se dieron.
El engarzamiento de Historias de vida contiene entonces 21 existencias que dan cuenta, como dije hace dos párrafos, de la lucha de las mujeres duranguenses por dar frutos más allá de los roles que tradicional y malamente se le han asignado a la mujer, es decir, los roles de ama de casa y algunos otros pocos relacionados con la cocina, la costura y demás. María Rosa ha clavado su inteligencia y su mirada siempre atenta en mujeres destacadas en el arte, la academia, el derecho, la ciencia, la política y en algunas profesiones y algunos oficios que por costumbre, por torcida costumbre, han sido coto casi exclusivo de varones, como el pilotaje de aviones o la conducción de taxis.
En México no hemos sido muy dados nunca a la escritura —y por tanto tampoco a la publicación— de libros con el trazado de vidas, como memorias, biografías, diarios personales y correspondencia. Creo ver la razón, algunas veces, en el doblez común de nuestra manera de ser, y, otras, en nuestro desdén al que triunfa. Al recorrer la vida de 21 mujeres duranguenses, María Rosa Fiscal nos muestra que hay vidas que merecen ser contadas no sólo como reconocimiento, sino como ejemplo a seguir en sociedades como las nuestras, llenas de mezquindades y obstáculos para quien sea, sobre todo para tantas y tantas mujeres.

Historias de vida, 21 mujeres de Durango, María Rosa Fiscal, ICED, Durango, 2012, 121 pp. Texto leído en la presentación de este libro celebrada en el Teatro Isauro Martínez, Torreón, el 6 de marzo de 2013. Participamos la autora, Oralia Esparza y yo.