domingo, marzo 13, 2011

Cuentos súbitos de Román Eguía









Los niños juegan e inventan y esta cualidad, lo sabemos, es minada por el tiempo y el supuesto acceso a la madurez. Más allá de cierta edad, pocos adultos pueden presumir, por ello, la supervivencia de su ludismo. En La Laguna, uno de los escasos artistas que al parecer no extravió nunca el gusto por la experimentación infantil es Román Eguía.
Tengo un lustro en contacto con su obra y en cada una de sus producciones he hallado siempre una sorpresa, el gusto por la exploración y el riesgo característico de las aventuras infantiles.
Sus logros se diversifican pues en muchas técnicas, temas, materiales y propósitos. Artista infatigable, en todo objeto advierte una posibilidad creativa, de suerte que sus manos y su imaginación provocan nacimientos permanentes, obras cuyo sello está en la búsqueda y el imprevisible hallazgo.
Con las armas de la inquietud y una mirada de niño mayor de edad, Román es en suma un combinador, un mezclador, un alquimista juguetón; su amor por el hibridaje se puede percibir, por ejemplo, en “Cuatro cuentos cortos”, serie donde al ensamblar grabado y literatura nos recuerda los emblemas que alguna vez, sobre todo en el medievo, burilaron epigramáticamente un mensaje edificador.
Cualidad, Nacer, Valer y Voz son los tópicos abordados en cada una de las piezas. Todas enuncian una sentencia que, como emblema de Alciato, como cuento súbito, condensa pautas de acción ante la vida. El resultado es un juego de estímulos que imbrica dibujo, palabra y pensamiento, un cruce de gozosos caminos entre la imagen y el verbo.