sábado, julio 31, 2010

Presente del Santos



Hoy nos apersonaremos en el estadio para ver el triunfo del Santos sobre la UNAM. El futbol es la única actividad en la que me gusta hacerle al profeta. Me gusta y además se deja, pues si no le atino pasa que no pasa nada. Creo que el Santos ganará hoy y creo más: que será campeón como lo fue, sin corona, la temporada anterior. Oficialmente el trofeo fue para Toluca, pero bien sabemos que eso se debió a una mala broma del destino y, sobre todo, a dos errores de Vuoso, ambos tan grandes que jamás volverán a repetirse.
Me ha tocado ver la alineación actual en dos ocasiones; la primera, en el amistoso contra Gimnasia y Esgrima platense; la segunda, por tv, en el juego del sábado pasado contra el Atlante. Pese a que fue un partido sin ningún valor, una mera cáscara para mostrar el feo uniforme de esta temporada, seguí con mucha atención el partido contra los argentinos donde ahora milita Walter Jiménez. Luis Rogelio, mi hermano, es testigo de que lo que comenté al final: el Santos del apertura 2010 está para campeón. No lo digo con ingenuidad ni movido por el optimismo de la goleada perpetrada en Cancún, sino basado en la observación cuidadosa de las tres líneas. Finalmente, el futbol es un juego sencillo y para saber si un equipo es un buen equipo basta usar este criterio: qué tantos cambios se han hecho y qué tan bien juegan las líneas horizontal y verticalmente. Explico.
Uno de los rasgos más salientes de las llamadas temporadas cortas es la falta de tiempo para articular las líneas. Cuando los jugadores apenas se adaptan al nuevo club, a los requerimientos del técnico y a sus compañeros, ya corre la fecha doce y con frecuencia los equipos no se muestran como tales, armonizados, concertados, organizados. Si recordamos, muchos clubes todavía se están acomodando cuando ya media el campeonato, y así no se puede. Ocurre muchas veces, además, que ante los malos resultados que son producto del reacomodo y la desadaptación, botan al técnico, sientan jugadores en la banca y se agudiza la anarquía (Tigres es el mejor ejemplo de esto, un caso ya crónico). En la jornada quince, sumidos en la devastación, muchos equipos tigrescos se preguntan qué pasó, por qué no han conseguido buenos resultados, sin ver que a su espalda tienen la respuesta: todo es producto de los cambios y la lentitud al ponerlos en conjunción para que operen como un juego de engranes. Muchos equipos cambian todo de una temporada a otra: sale el técnico, salen jugadores, entra todo nuevo y no falta que también la directiva sufra permutas. Cuando eso sucede, no es fácil escalar las fechas del arranque y cualquier otro club un poco más estable les saca una ventaja casi inalcanzable desde las primeras jornadas.
El remedio a tales problemas está, creo, en la continuidad. Las temporadas cortas no abren espacio a la experimentación, a los cambios sin ton ni son, por bien intencionados que parezcan. Toluca, Santos, Pachuca, Monterrey y quizá Morelia y Cruz Azul (con sus asegures los dos últimos) han asentado una base, digamos, en los años recientes: mantienen al entrenador, conservan una o dos líneas intactas, suman jugadores de sus básicas y traen estrellas no necesariamente goleadoras, sino algún defensa impasable o un medio recuperador de balones. Observemos al Santos para comprobar esto: tras la salida de Benítez vino Quintero, un jugador en muchos sentidos equivalente, lo que mantuvo a la delantera en equilibrio. Lo mismo pasó con la adición de Baloy en la defensa, o con la permanencia, pese a sus bajas de juego, de Ludueña en la media. En pocas palabras, el equipo no se ha desconfigurado al menos en dos años, y el dividendo de tal estabilidad son los buenos resultados.
Santos, en síntesis, jugará bien y ganará porque sus líneas trabajan la horizontalidad en orden: Estrada, Baloy y Lacerda son la base de la parte baja; Rodríguez, Ludueña, Arce/Cárdenas/Morales lo son en la media, y arriba serán decisivos Benítez, Quintero y Peralta (con Ruiz de cambio). Esas líneas se entienden, además, verticalmente, como se puede notar en la buena comunicación que hay entre Baloy o Lacerda con los mediocampistas, o entre Ludueña con Quintero o Peralta. No olvido a Sánchez en la puerta, lo que sigue siendo garantía.
Fuera de especulaciones, hace muchos años que no veía un Santos como el de hoy. Puedo pasar por futurista lenguaraz (no importaría), pero creo no equivocarme cuando digo que Santos estará, seguro, entre los cuatro primeros de la temporada que amanece. Y ojo: jugará bien.