viernes, abril 18, 2008

Fragua de La Fragua



Karla Lobato, reportera de La Opinión, me preguntó ayer por el valor de colecciones bibliográficas como La Fragua; le dije aproximadamente esto: que una colección como La Fragua abre la posibilidad, sobre todo, para autores sin una trayectoria totalmente consolidada. Además, gracias a espacios como éste le podemos tomar el pulso a las tendencias (los temas, los géneros, los ambientes, los estilos) actuales de la literatura coahuilense. Por supuesto, esa respuesta se queda chica frente a la importancia que pueden tener los proyectos editoriales en provincia, ámbito en el que por lo general los escritores no tienen, como sí los del DF, las mismas posibilidades de publicar ni la misma resonancia para hacerse de lectores.
Soy, por ello, de los que saluda con optimismo, provenga de donde provenga, cualquier esfuerzo encaminado a publicar la obra de nuestros escritores y académicos. Sé que la calidad es heterogénea, que de un estado a otro varía mucho el aspecto de los libros y no se diga sus temáticas. En los años recientes he notado, sin embargo, que poco a poco las muchas provincias mexicanas mejoran sus propuestas editoriales, que, por ejemplo, los libros de Baja California suelen ser muy buenos, tanto como los de Sonora, Veracruz, Chihuahua, Zacatecas, Jalisco y otras tantas entidades abocadas, mediante sus instancias culturales, a la hechura de publicaciones. El panorama pinta claro y hay abundante producción, aunque todavía no es muy afortunada la distribución en ningún caso, de ahí que todo escritor mínimamente ambicioso intente alguna vez aventurarse a proponer libros a las editoriales situadas en la capital del país, sean oficiales (FETA, FCE, UNAM, UAM…) o privadas (Océano, Mondadori, Planeta…).
Descrito aquí de manera harto general, en ese contexto se instala el proyecto de La Fragua, colección de libros en formato de bolsillo (“cuarto de carta”) que viene recogiendo, desde hace poco más de cinco años, una parte significativa de la escritura coahuilense contemporánea. Tuve la suerte de haber puesto los ojos en toda la primera época de la serie; reseñé incluso, cuando pude, algunos títulos. A vista de pájaro destaco que el primer lote dio cabida prioritaria a los jóvenes, como lo testimonia el desfile de autores que, nacido en los setenta, tuvo en esa colección la oportunidad imborrable de ver impreso su primer libro: Luis Jorge Boone, Antonio Sonora, Carlos Reyes, Carlos Velázquez, Daniel Herrera, Jerónimo Valdés, Raúl Olvera, José Cruz Almonte... Puros jóvenes, todos menores de treinta al momento de verse incorporados a La Fragua.
La llegada de la segunda época prosiguió el trabajo en idéntico tenor; Nadia Contreras, Carmen Ávila, Julio César Félix, Marina Herrera, Gerardo de Jesús Monroy, Marco A. Márquez y otros han aprovechado el espacio. Junto a ellos, un poco en función de puntales, hallamos obras de escritores con trayectoria ya destacada: Gilberto Prado, Jesús de León, Gerardo Carrera. El caso es que la idea inicial de Julián Herbert ha combinado a jóvenes con no tan jóvenes para configurar un catálogo estimable de autores y publicaciones.
Hoy presentaré una tanda nueva, seis títulos, de la colección organizada desde Saltillo. Vendrán varios de los autores y Miguel Gaona, actual coordinador de literatura del Icocult. En la presentación estará Rodrigo Castillo, quien comentará los de poesía; yo haré lo propio con los de prosa. Castillo es actualmente jefe de redacción y editor de la revista Tierra Adentro del Conaculta. Dirige el proyecto poético-electrónico Las Afinidades Electivas/Las Elecciones Afectivas-México.
La noche promete ser interesante, pues pocas veces tenemos la oportunidad de despachar a tantos autores de un solo impulso. Es hoy a las ocho de la noche en Juárez y Colón. Hay que ir a sondear cómo andan estas islas de nuestro archipiélago literario.