Tengo
un amigo francés con tres pasiones que son casi un lugar común del
afrancesamiento: la cocina, la moda y la perfumería. Su nombre es Marcel
Champfleury, nació en Nimes, y desde hace casi dos décadas, desde que se casó
con una mexicana, vive entre Torreón y la Ciudad de México. Es agente de ventas
de medicamentos y aunque dejó trunca su carrera de psicología tiene la
costumbre de ver maneras de ser, índoles o personalidades en la gastronomía, la
ropa y los olores. Hace poco le pregunté si ya podemos considerar que el
cubrebocas (también llamado tapabocas o barbijo) pude ser considerado una
prenda del atuendo convencional capaz de revelar algún rasgo de la personalidad
de quien lo porta. Me respondió que sí, y que dada la obligatoriedad de su uso
nos ha dado materia para diseñarlo con la misma variedad de las blusas o de los
zapatos. Le solicité una breve clasificación de los usuarios y accedió a
diseñarla.
Cubrebocas
médico. Quienes usan los de este tipo no confían en la creatividad, son sujetos
muy cuadrados, apegados a las reglas, conservadores y ortodoxos. Difícilmente
pueden improvisar o romper las recomendaciones de la autoridad, y son los que
ante cualquier turbulencia exigen inmediata mano dura.
Cubrebocas
industrial. Son racionalistas en extremo, fríos, calculadores, casi máquinas.
Los conocemos porque son totalmente incapaces de llorar en el cine o de
escuchar una canción de José José sin evidenciar un gran desprecio. Para ellos
todo es fórmula y juzgan que mostrar los sentimientos es una de las peores
bajezas en las que puede chapotear el ser humano.
Cubrebocas
floral. Tienen un espíritu poético, desorganizado, fantasioso, impráctico.
Saben que la vida en el planeta está en peligro y luchan (sobre todo en las
redes sociales) por revertir el desastre ambiental. Viven en departamentos de
renta adornados con artesanías y afiches de Janis Joplin o de Nelson Mandela.
Cubrebocas
de luchadores. Son adictos a las caguamas Indio y los tacos de todo lo que esté
abierto a las dos de la madrugada. Organizan carnes asadas, cantan (indistintamente)
canciones de la banda MS y de Metallica. Reparan todo lo que se descompone en
casa pero lo dejan peor. Son salvajes, pero alegres y querendones.
Cubrebocas
con lentejuelas. Exhibicionistas, sociables, alma de las fiestas. Tienen cuenta
en todas las redes sociales y en todas suben cien estados al día aunque sean
dibujitos con bendiciones o pensamientos que nos alientan a no darnos por
vencidos y alcanzar el éxito.
Cubrebocas
con dibujos. Espíritus infantiles, inmaduros, que nunca ven las noticias y usan
el tapabocas sólo porque se anda usando y es divertido que la gente vea su amor
por Spidermán o Bart Simpson.