viernes, junio 08, 2012

Comillas para el mandamás



Usamos comillas en al menos seis casos frecuentes relacionados con la escritura:

1) Para resaltar un sobrenombre:

Mario Moreno "Cantinflas".
Daniel "El Hachita" Ludueña.

En ambos casos, tales comillas pueden ser sustituidas por cursivas:

Mario Moreno Cantinflas
Daniel El Hachita Ludueña

También, cuando es evidente que son apodos, podemos omitir comillas y cursivas, pues con la sola mayúscula puede quedar explicito ese rasgo, aunque esto no es lo más recomendable:

Mario Moreno Cantinflas.
Daniel El Hachita Ludueña.

2) Cuando explícitamente se introduce un énfasis en cierta palabra o frase:

El significado de la palabra latina "memurandum" tiene que ver etimológicamente con "memoria", algo que escribimos para recordar, para que hagamos memoria.

El rebuscado y artificioso término "sospechosista" es de reciente incorporación al argot político mexicano.

También en este caso podemos sustituir las comillas por cursivas cuando el sistema de escritura lo permite. Tuiter, por ejemplo, no tiene cursivas (como Word), así que sólo con comillas es posible emplear este énfasis.

3) Parecido al anterior en todo sentido, se recomienda usar comillas (o mejor: cursivas) en palabras extranjeras de reciente incorporación a nuestro comercio verbal; aunque hoy, sobre esto y dado el flujo global de las comunicaciones, hay un gran desorden:

El "marketing" es hoy fundamental.

Fue formado un "pool" para analizar las noticias.

El "mall" estaba a reventar.

Nuevamente queda a criterio de quien escribe sustituir por cursivas la palabra entrecomillada. También es viable, según el grado de "aclimatación" que tenga tal o cual palabra, dejarla en redondas:

El marketing hoy es fundamental.

Fue formado un pool para analizar las noticias.

El mall estaba a reventar.

4) Para resaltar partes de una obra, como canciones (partes de un disco), poemas (partes de un libro) o artículos o columnas (partes de un periódico). El uso de comillas para títulos de discos, libros y periódicos no es recomendable, sino cursivas, y sólo es aceptable cuando no hay cursivas en el sistema de escritura, como tuiter.

La canción "Bésame mucho" fue incluida en el disco Romance volumen I.

El poema "Piedra de sol", de Octavio Paz, fue originalmente publicado en Libertad bajo palabra.

"Plaza pública" era el nombre de la columna que publicaba Granados Chapa en Reforma.

5) Para imprimir sentido irónico a la palabra o frase. Esto suele funcionar mejor si tomamos en cuenta el contexto en el que se enmarca lo enunciado:

Iba muy "elegante" a la fiesta.

En efecto, fulano nos "salvó" del problema.

Fue un presidente sumamente "destacado".

Ojo: así, aisladas, estas afirmaciones requieren las comillas ironizantes. Si añadimos el contexto, si antes de que ellas sean escritas preparamos al receptor, tal vez no sea necesario el uso de comillas, pues el sentido irónico estará determinado por el contexto:

Impuso políticas públicas que no funcionaron y derivaron en la bancarrota económica y moral del país. Fue, como se puede apreciar, un presidente muy destacado.

6) Para citar palabras textuales (orales o escritas) de alguien:

Entonces Juan me dijo: "No voy a ir, ve tú, eso no me interesa".

Borges alguna vez escribió: "Me duele una mujer en todo el cuerpo".

Como es lógico, estas reglitas son recomendables en la escritura, y sólo en los casos 5 y 6 es dable pensar que las comillas pueden ser también "usadas" por un hablante. Así, al hablar, alguien puede hacer comillas en el aire con los dedos o aclarar que cita con toda explicitud. Imaginemos que alguien habla y dice esto:

En efecto, fulano nos salvó del problema.

Antes de la palabra "salvó", hace seña de comillas con los dedos y con eso advierte o enfatiza el sentido irónico.

Otro caso: cuando alguien dice algo como esto, al hablar:

Borges alguna vez escribió: "Me duele una mujer en todo el cuerpo".

Antes de que entre la cita textual, hace seña de comillas con los dedos y/o dice la palabra "cito", así:

Borges alguna vez escribió [cito]: "Me duele una mujer en todo el cuerpo".

Visto lo anterior, y perdonen por la predigresión escolar, ¿qué comillas usó el periodista Ciro Gómez Leyva en el programa Tercer Grado transmitido el 6 de junio en el canal 2 de Televisa? Como sabemos, se refirió a los muertos generados por la guerra (o como queramos llamarle) contra el crimen organizado en México, y al hacerlo mencionó la suma de caídos. Dijo textualmente esto: "Dos preguntas: si ganas, ¿piensas denunciar al presidente Calderón por [dibujando comillas en el aire, con los dedos y pronunciando con retintín enfático] los-60-mil-muertos-de-la-guerra de-Calderón, como dicen? Segunda, en estos meses de campaña ¿con cuántos mandos del ejército y de la marina, es decir, con cuántos mandos [repite el dibujo de comillas en el aire, con los dedos, y el retintín] de-la-guerra-de-Calderón te has reunido, Andrés?".

Vale la pena detenerse en este uso de las comillas, pues estamos hablando de muertos, de seres humanos asesinados, sean o no criminales, y no de cacahuates o ladrillos.
Para empezar, es claro que las comillas corresponden al uso número 6, a las comillas para citar textualmente. Ahora bien, ¿a quién citó? Dijo: "los-60-mil-muertos-de-la-guerra de-Calderón, como dicen". ¿Quiénes dicen eso según Gómez Leyva? No lo sabemos. Pueden decirlo muchos políticos opositores al actual régimen, o muchos periodistas, o la gente, el ciudadano. Da lo mismo: alguien dice que son 60 mil muertos y Gómez Leyva usa comillas para remarcar que "eso dicen", y además refuta que tal cantidad de cadáveres sea imputable a Calderón.
Bien. A Gómez Leyva le preocupa que digan eso, de ahí el doble énfasis digital de las comillas. Le preocupa, no sé si en este orden, que digan que son 60 mil muertos y que se los atribuyan a Calderón. Aquí se basa mi inquietud: las perversas comillas de Gómez Leyva tienen como fin A) criticar a quienes manejan la cifra de 60 mil muertos y B) criticar a quienes ubican a Calderón como principal ¿culpable/responsable? de la guerra o lucha o cruzada (o como queramos llamarle) contra el narco.
Si es "A", me gustaría saber qué cifra maneja él. ¿50 mil? ¿40 mil? Vamos a ayudarle: digamos que maneja la friolera de 30 mil muertos, la mitad de los que él entrecomilla. Mis preguntas son, entonces, las siguientes: ¿le parecen pocos? ¿30 mil le suenan a cifra no preocupante? Nomás para que se ubique, 30 mil desaparecidos (muertos, en rigor) dejó la dictadura argentina (el llamado Proceso de Reorganización Nacional), y ahora Videla y sus cómplices (Bussi, Menéndez y compañía) visten el históricamente ominoso traje de cebra. En conclusión, ¿cuántos muertos necesita Gómez Leyva para no entrecomillarlos, para no ubicarlos en el rango de mero chisme anticalderonista?
El otro punto: ¿Calderón es o no culpable/responsable de los 60 mil muertos? Gómez Leyva quiere hacer ver como ingenuos a quienes sostienen la cifra de 60 mil y se la achacan a Calderón. Por supuesto que él, Calderón, no es el culpable material, él no los mandó matar, y por supuesto que mil factores aledaños concurren para dar como resultado el panorama macabro que vivimos, pero a final de cuentas él declaró como política vertebral de su gobierno, desde que lo asumió, el combate al crimen organizado. Si los resultados hubieran sido exitosos, él se estaría colgando ahora la medalla del triunfo. Como no es el caso, a él se le atribuye en este momento, por elemental lógica y aunque algunos quieran eximirlo de responsabilidad, la metafórica medalla del fracaso. ¿O qué quería, al respecto, Gómez Leyva? ¿Que los dedos flamígeros apuntaran a Juan Molinar, a Agustín Carstens, al Mochaorejas, a la Mataviejitas? Ciertamente, la responsabilidad es plural, tiene mil flecos, pero quieran o no quieran, por percepción social y porque a fin de cuentas él impuso esta política de seguridad estilo "garrotazo al avispero", Calderón es el primer responsable de sus resultados, con o sin las comillas suavizantes o exculpatorias que Gómez Leyva le obsequió el miércoles 6 de junio en el programa Tercer Grado.