sábado, mayo 03, 2025

Manos y palabras

 












En un post facebookero afirmé hace poco que el algoritmo, ese recurso diabólico inventado para que caigamos en la adicción de las redes, me suministraba videos de trabajadores hindús cuyo manejo artesanal del metal, la madera, el papel y otros materiales me parecía extraordinario. Los talleres en los que operan suelen ser rústicos, y quienes allí se desempeñan, sean pocos o muchos, siguen una línea de producción perfecta sin perder el aire artesanal que tienen sus labores.

De vez en cuando entonces el algoritmo no es tan vacuo y localiza información que nos lleva a conocer aspectos valiosos de la vida, como ver la importancia del trabajo, la mayor parte de las veces, por no decir siempre, muy mal pagado. En esos documentos audiovisuales se puede apreciar la división de tareas, la especialización: en lugar de que un trabajador desarrolle todo el producto, varios se encargan de cada parte del proceso y agilizan su terminación. La destreza que así obtienen es pasmosa, alelante para quienes no tenemos aquellas habilidades.

Debido a mi gusto por ver documentales relacionados con el trabajo artesanal, no tan infrecuentemente el apiadado algoritmo me ha puesto frente a una cuenta de videos cortos que reproduce reportajes algo viejos, como de los noventa, con actividades laborales desarrolladas en el campo de España. Son videos sencillos, sin una producción lujosa. En sentido estricto, se trata del emplazamiento de una cámara frente a trabajadores y trabajadoras de la provincia española, a lo que se suma la voz de un locutor muy bien timbrado, sobrio, que lee en voz alta con bienvenida pulcritud. Los reportajes son de una belleza admirable porque en ellos podemos observar la creatividad que el entorno y la tradición forjan en el ser humano. Los videos se refieren a España, insisto, pero es dable pensar que en cualquier lugar del mundo todavía quedan vestigios del trabajo que está al margen de la producción industrial, fría y despersonalizada.

Lo que más destaco de los reportajes que aquí comento es el acompañamiento verbal del locutor. El guion suma todos los pasos del procedimiento, y lo hace con el mejor y más claro español que uno puede apetecer. Supongo que quienes tienen el hábito de leer y de paso amar la lengua que nos cupo en suerte, habrán de disfrutar mejor estas pequeñas cápsulas etnográficas. En cada una se nos expone la elaboración de algún producto desde el comienzo hasta que queda listo para su uso o consumo. En el camino, quienes vemos los trajines del trabajador vamos escuchando, gracias al narrador que ya mencioné, la descripción de las faenas. Por esto conocemos el argot de cada oficio, los sustantivos que designan cada herramienta y los verbos asignados a cada operación, de modo que allí nos damos cabal cuenta de la inmensidad de nuestro idioma, un idioma que en riqueza y plasticidad no le pide nada a ninguno de los que en el mundo hay.

Los trabajadores que aparecen en los reportajes son numerosos. Menciono a los que elaboran churros, pan casero, cerámica, abarcas (especie de sandalia), tinas de madera, muros de piedra, producción de resina, juguetes, cucharas de madera, navajas, horcas (tenedor grande para recoger paja), cosecha de piñones, fundición de campanas y muchos otros, cada uno con sus tareas y su diccionario especializados.

La cuenta donde podemos encontrar esta maravilla aparece en Facebook como Eugenio Monesma Documentales (Productor y director de documentales etnográficos sobre cultura, costumbres y oficios del mundo rural). Es un verdadero tesoro de imágenes y palabras sobre el trabajo y los dones que nos deja.