El menú actual
de películas disponibles en no sé cuántas plataformas hace imposible no caer de
vez en vez en algún producto estimable. Trato de mantenerme al margen de esa
oferta que juzgo más entretenimiento que otra cosa, pero ocurre con irregular frecuencia
que alguna cinta guiña el ojo y me saca de los libros. Este fin de semana vi en
Netflix una muy reciente: La viuda negra
(Carlos Sedes, 2025), película que más allá del lugar común encerrado en el
título cuenta bien la historia (“basada en un hecho real”) de una esposa
culpable de la muerte de su marido. Se trata, según la sinopsis, de un thriller
en el que vemos el encontronazo de una mente manipuladora contra otra
especializada en homicidios.
Resalto dos
detalles de la cinta. Por un lado, su estructura. Aunque ya es habitual
encontrar que el desarrollo de muchos relatos se da in medias res, expresión que significa “en medio del asunto”, no
deja de ser cierto que en demasiados casos a los directores se les enreden los
tiempos narrativos y todo termina siendo una ensalada difusa de historias
dentro de las historias dentro de las historias. En La viuda negra no ocurre lo anterior, pues rápido nos instala en el
presente marcado por el hallazgo del cadáver brutalmente apuñalado en un
estacionamiento. Igualmente, pronta es la aparición de Eva, la investigadora
oficial que comienza el acopio de pruebas y conjeturas. La película avanza un
poco y luego da un salto temporal en el que se reconstruye la vida de Maje, la
joven y guapa esposa del asesinado.
Sin
rodeos, nos enteramos de lo fundamental: que pese a su fresco matrimonio, la
situación no anda afectivamente bien, pues Maje es dueña de una voracidad sexual
que la mueve a poner cuernos sin parar. Cuando ya ha masticado bien la idea de
borrar a su cónyuge, manipula a un amante viejo y bobo, su compañero de
trabajo, para que ejecute el homicidio. En un punto, más allá de la mitad de la
película, el pasado se pega al presente y llegamos así a la etapa de resolución,
todo con la claridad que demanda un género en el que es fácil caer en la
tentación de rizar demasiado el rizo y enredar a los espectadores sin necesidad,
gratuitamente.
El otro detalle que quiero destacar es la calidad de las actuaciones. Eva, la investigadora de crímenes, es encarnada con excelencia por la actriz Carmen Machi, quien da muy bien el tipo de policía dura. Maje (Ivana Baquero) está en su sitio dramático lo mismo que Tristán Ulloa (Salva). En suma, un thriller atendible sobre el desajuste y la ambición en la vida doméstica.