sábado, agosto 31, 2019

Visibilizar el dolor
























Como muchos otros problemas sociales, el de la migración ha sido invisibilizado. Borrar o minimizar la información sobre un asunto es, visto desde el poder, impedir que alcance una solución satisfactoria para los afectados. De ahí la importancia de dar voz, de exponer por cualquier medio una demanda que a la postre viabilice posibles soluciones.
Ruta de paso, libro pensado y escrito por los laguneros Fernando de la Vara y Jorge Martínez, es un aporte desde ya fundamental a la atención que en La Laguna demanda el tránsito de migrantes en plenitud de adversidad, hombres, mujeres y hasta niños que desde Centroamérica buscan llegar a suelo norteamericano con la ilusión de mejorar sus condiciones de vida. Todo, para ellos, es contracorriente, obstáculo y peligro. Los días, las semanas y en ocasiones los meses que deben pasar avanzando a cuentagotas hacen de la travesía un via crucis literal, sin metáfora: la cruz que cargan es su pobreza y el martirio en el camino son los golpes, el hambre, el frío o el calor, y en no pocos casos el hachazo de la muerte.
El libro es un documento periodístico pero no dejó de asombrarme lo bien escrito de sus páginas, detalle no menor porque permite que el relato de las calamidades que contiene no se vea obstruido por anfractuosidades de estilo o barroquismos imprudentes. Su desarrollo es limpio, ágil, penetrante y espeso de información no sólo estadística, sino vivencial. De la Vara y Martínez han logrado articular un cuadro breve y contundente (no le digo denuncia para no sonar panfletario) sobre el migrante que se las ve con La Laguna, que llega a nuestra tierra y debe, aquí, tomar un respiro nunca cómodo para continuar luego su viaje a lo desconocido.
El libro fue compuesto con dos secciones introductorias tituladas “Sobre Ruta de paso” y “Un contexto de violencia”, donde grosso modo explican las motivaciones del proyecto y sus generalidades, además del clima de violencia desbordada (todavía no extinto) que ha padecido nuestra región desde hace ya cerca de quince años, del calderonato a la fecha. Luego, prosigue con cinco notables piezas que en lo genérico fluctúan entre la crónica, la entrevista y el reportaje. En ellas, los autores dan voz, y en este sentido visibilizan, a varios migrantes que despliegan ante nuestros ojos la barbarie de la que vienen, la barbarie que viven y posiblemente la barbarie a la que llegaron.
Digo que las piezas fundamentales de Ruta de paso destacan, no podía no ser así, lo periodístico, pero no por ello prescinden del detalle literario. Por ejemplo, para cerrar una de ellas, De la Vara describe sus madrugadas como residente del centro de Torreón; este pequeño toque de lirismo no es innecesario, ya que se suma a los trazos sobre el horror vividos por el migrante: “Hay un momento de la noche —escribe De la Vara— en que el pitido del tren, sofocado la mayor parte del tiempo por los ruidos diurnos y de la madrugada joven, inunda las calles. Cada que se deja escuchar la culebra de acero, me pregunto cuántos migrantes vienen en la cima, y la ciudad de las noches largas responde con su silencio”.
Ruta de paso, en suma, es un libro que nos descoloca, pues su información nos deja ver lo mucho que hemos sido indiferentes a una crisis que más allá de las cifras atraviesa y despedaza vidas humanas. Puede ser por ello un buen detonador de nuestra inquietud sobre el problema o más, si es posible: de nuestra solidaridad.
Comarca Lagunera, 30, agosto y 2019

Ruta de paso, Fernando de la Vara y Jorge Martínez, Astillero, Torreón, 2019, 89 pp. Texto leído en la presentación del libro celebrada en El Astillero Librería el 30 de agosto de 2019. Participamos los autores, Ruth Castro (quien cuidó la edición) y yo.