sábado, enero 05, 2019

Gatica a ganchos y rectos




















Leí Gatica (Galerna, Buenos Aires, 1991), novela de Enrique Medina (Buenos Aires, 1937) hacia 2004. La había encontrado por azar en una pequeña librería ubicada en la facultad de Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, a donde asistí para participar en un congreso literario gracias a la invitación de mi amigo David Lagmanovich, para entonces ya profesor emérito de la UNT. En alguno de los descansos de aquel encuentro recuerdo que vagué por los entresijos de la facultad y di sin querer con la mencionada librería. Allí fue donde la portada brutal (el rictus de un boxeador recibiendo un derechazo al mentón) llamó mi atención. Era Gatica, novela de un escritor para mí desconocido en aquel momento. Al leer sus paratextos (las solapas, la contratapa) vi que tanto el contenido de este libro en particular como la trayectoria del autor en general subrayaban que Medina no era ningún improvisado. Al contrario: para entonces ya tenía varias novelas, libros de cuentos y algunos ensayos. Si a eso le sumaba mi interés por el boxeo, no dejé que Gatica escapara de mis garras. La compré y, recuerdo, le hice una lectura apresurada y por tanto superficial en lo que me quedaba de aquel viaje argentino.
La impresión que me dejó fue muy buena, incluso puedo decir que de asombro. Lamentablemente, la leí en camiones y trenes, sin tomar notas, y además con el problema de que se deshojaba por la mala calidad del encuadernado. Cuando la terminé, quise escribir algo sobre ella, pero pronto me di cuenta de que debía releerla. Los años pasaron, casi quince, y hasta diciembre de 2018, hace apenas unos días, ocurrió la muy postergada relectura. He dicho que al leerla por primera vez me quedó un regusto grato y sentí que era una historia fascinante y bien escrita. Creo que me quedé corto: ahora que la he revisitado tengo la impresión de que es extraordinaria, de que quizá se trata de la mejor novela latinoamericana con tema pugilístico. Tendría que probar esta afirmación con ejemplos de novelas similares, pero no tengo las referencias, si es que las hay, como es el caso de una novela del mexicano Palau. Sé que hay varios cuentos, eso sí, pero es posible que novelas no haya muchas. Sea como fuere, Gatica no es un flan narrativo. Al contrario, se trata de un artefacto literario en el que Medina puso en movimiento un arsenal de pericias para contar la historia de José María Gatica, apodado el Mono o el Tigre, uno de los boxeadores reales más populares en la historia argentina.
Como casi todos los deportistas de su tipo, el Mono provenía de un entorno económico erizado de desventajas. Había nacido en San Luis, en el interior de su país, y era hijo de una madre que debió alejarse de su inepto marido. Allí, de hecho, arranca la novela, cuando la madre de Gatica y sus cinco hijos abordan el tren que los llevará, con una mano adelante y otra atrás, como se dice, hacia la estación de Retiro en la capital. Luego viene el ascenso y las caídas.