martes, diciembre 11, 2018

Entrevista sobre Grava suelta



















En septiembre de 2018 me entrevistó Christian García, del periódico el Zócalo, sobre Grava suelta.

1. Grava suelta se conforma de cien relatos de un solo párrafo. Me gustaría saber por qué utilizar la historia breve en este libro? ¿Cuál fue su motivación.
En 2016 me propuse trabajar con un proyecto algo distinto, mezclar lo periodístico y lo literario en un solo producto. Para consumarlo usé la columna que publico dos veces a la semana en un diario de La Laguna, y la idea fue alimentar ese espacio con ficciones, con relatos breves, todos de una extensión similar, es decir, la extensión fija de la que dispongo en ese espacio. El reto abrazaba los dos propósitos que me impuse: que los textos fueran literarios en su contenido, ficciones, y periodísticos por la puntualidad de las entregas. La literatura generalmente no es publicada de esa forma. Uno escribe un cuento o una novela y alimenta la inquietud de publicarla algún vago día del futuro. Con los relatos de Grava suelta no pasó eso. Los escribí a sabiendas de que cada uno iba a llenar mi espacio tal o cual día de tal semana, casi con total precisión. Es un proyecto que en el camino me hizo dudar, y varias veces pensé en no continuarlo pues sentía que los personajes y las tramas se me habían agotado, pero al final pude llegar a los cien y después todo eso, con alguna pulimentación ulterior, configuró un libro cuando en la UANL se abrió la oportunidad de publicar. La brevedad de los relatos se debe entonces al tamaño del espacio que tengo en mi columna y la cantidad de cien se debe a que publico dos veces a la semana y eso da casi la centena exacta de mis apariciones en el año.

2. ¿Para usted cuáles son los retos y virtudes de la narrativa breve?
Felizmente he podido escribir muchos cuentos de extensión convencional, de diez a quince cuartillas en promedio. Es una extensión que me gusta, la extensión ideal del cuento clásico, la extensión en la que me siento más cómodo y en la que, creo, es posible desarrollar el mejor cuento posible. Sin embargo, no veo con aversión las formas breves e incluso las brevísimas, desde un párrafo a una cuartilla o cuartilla y media. En estos pequeños moldes es dable vaciar una historia completa con todos los ingredientes del relato mayor, sólo que de manera ultracompacta, sintética, sin rodeos de ninguna índole. La intención es sorprender al lector en un palmo de terreno, gambetearlo en una baldosa, como dicen en el futbol sudamericano. Por supuesto, y como pasa con todos los libros articulados en forma de bufet, no hay un sabor parejo y en ese sentido el lector podrá disfrutar, si bien le va a mi libro, unos textos más que otros, pero todos los relatos fueron escritos con la noble voluntad de que fueran eficaces.

3. Algo interesante de los cuentos que contiene Grava suelta es el hecho de que son textos realistas, anécdotas que podrían pasarle a cualquier persona, pero aún así, los giros que se dan en los finales son muchas veces desconcertantes. El género de la microficción en cierto sentido trastoca la realidad del lector, ¿para usted qué tanto de fantasioso hay en la realidad que vivimos y cómo es posible que la narrativa breve retuerza lo real y la lleve hacia el camino de lo fantástico?
En efecto, salvo cuatro o cinco, todos son relatos realistas, pero no autobiográficos o calcados de una realidad determinada. La apariencia de realidad los atraviesa, pero son ficciones. Lo que pasa es que a mí me agrada contar historias de lo inmediato, esos pequeños conflictos en los que a todos se nos diluye la existencia. Mis personajes tienden entonces a ser tipos frustrados, tristes, siempre en apuros, ajenos por completo a la idea de felicidad cabal, que de todos modos no existe. Para mí, por ello, la realidad inmediata es asombrosa y con ella trabajo, con ella reinvento, con ella hago una especie de modelado de alfarería hasta lograr que del barro original (cualquier historia, cualquier anécdota, cualquier vivencia, cualquier sueño) surja un relato con rasgos literarios. En este sentido, obvio, no creo que la historia en bruto sea lo principal, sino que la mezcla de historia, estilo, estructura y tratamiento apuntan en una sola dirección: la eficacia del relato.

4. Las historias de su libro son hechos que le suceden sobre todo a seres muchas veces perdedores: enamorados que no alcanzan a dar un beso a la chica que le gusta, escritores que ya no escriben, extranjeros que son conquistados y derrotados por la gastronomía mexicana. ¿Por qué escoger a estos sujetos para que habiten sus páginas, cómo nacen y se desenvuelven?
Ya soy un hombre mayor y se supone que a estas alturas de mi vida no sólo he vivido muchas situaciones, sino que también las he oído, las he soñado, las he conjeturado, las he leído. La vida humana es muy compleja, está llena de caídas grandes y pequeñas, de traumas, de problemas de todos los colores. Como por naturaleza estoy alerta y el mundo, a mi manera, me duele, no creo que sea tan difícil acopiar historias, anécdotas. Pero ya dije líneas arriba: no sólo con historias se nutre la narrativa, sino que a las historias hay que aplicarles un tratamiento, escribirlas con un determinado tono y resolverlas en desenlaces congruentes. Mis personajes son perdedores porque casi todos lo somos, incluso muchos que creen que no lo son.

5. El espacio en el que se desarrollan y viven los personajes de Grava suelta es un Torreón o mejor dicho La Laguna, ¿cree que el lenguaje que se utiliza en el norte de México sea adecuado para escribir narrativa corta?
La literatura puede ser articulada con las palabras de cualquier lengua. Las peculiaridades del habla norteña mexicana, si las hay, pueden sumarse bien a cualquier relato simplemente porque ese relato ha sido previamente escrito en el código mayor del español patrimonial, el español que compartimos millones de hispanohablantes e hispanoescribientes. Siempre hay que ser cuidadosos, por ello, de no incurrir en demasiado coloquialismo, en giros del habla regional, porque luego se corre el peligro de incurrir en el color local, en un pintoresquismo de aldea. Cada escritor debe ir templando su instrumento y saber hasta dónde permite que sus textos abunden o no en expresiones coloquiales.

6. El crítico Lauro Zavala en su ensayo “De la teoría literaria a la minificción posmoderna” contempla que la microficción es un género nacido en Latinoamérica y que fue trabajado por autores como Julio Torri, Juan José Arreola y Augusto Monterroso. ¿Por qué piensa usted que la narrativa breve sea tan cercana a la literatura latinoamericana, y —como señala también Zavala— con el pensamiento posmoderno?
Ciertamente, es en América Latina donde se ha catapultado con mayor fuerza a la microficción. Muchos escritores hay que la han cultivado como eje de su escritura, y tales son los casos de Torri, Monterroso, Arreola, Denevi, Filisberto, Shua, Lagmanovich, Muñoz Valenzuela y muchos más. Hay otros ejemplos de escritores que practicaron la ficción breve con mucho acierto sin que por ello haya sido el centro de su quehacer literario. Es el caso de Borges, de Cortázar, de Avilés Fabila y Samperio. La microficción hoy ha corrido con mucha suerte porque las nuevas tecnologías permiten una difusión amplia de este tipo de relato, de manera que se trata de un género muy popular en estos tiempos de escritura y lectura vertiginosas y fragmentarias.

7. Como escritor ¿cómo ve el trabajo de los escritores en cuanto a la narrativa breve como la de usted? ¿Qué le parece la salud de ésta en el país? ¿Cree que debería escribirse más?
Creo que se escribe mucha y buena narrativa breve en México. Hay casos destacados como los de Marcial Fernández y Rogelio Guedea, pero no son los únicos. Gracias a las redes sociales, casi no pasa día en el que uno no pesque por allí una buena microficción en los periódicos, las revistas o las redes. Se dan incluso involuntariamente, y esto me hace ver que el ánimo literario del microrrelato puede nacer donde menos lo esperamos.