sábado, diciembre 29, 2018

Crónica de una noche redonda












He dicho en varios lugares —tantos cómo he podido— que la literatura lagunera goza de excelentes cultores pese a sus pocas circunstancias favorables, es decir, pese a que no tiene editoriales, escuelas de letras, suplementos literarios en los periódicos e incluso lo básico: suficientes librerías. Por eso celebro, insisto, que nuestra estepa haya sido y siga siendo tierra fértil de escritores que aquí y allá han producido una obra diversa y por suerte, ya, asaz reconocida.
Esto que afirmo lo comprobé el pasado 26 de diciembre. Como quizá algunos saben, mis amigos Fernando Fabio Sánchez y Gerardo García Muñoz, ambos laguneros, trabajan en universidades de EUA y vienen cada que pueden a su tierra. Siempre nos vemos para conversar, pero ahora planeamos presentar un libro en fecha anómala sólo para ver si funcionaba, casi como un experimento. Decidimos presentar el libro Latinoir (Nitro-Press/UANL, 2018) en un bar, dado que los centros culturales vacacionan, y hacer ruido en las redes sociales. La sorpresa que nos llevamos en lo relativo a la asistencia fue mayúscula: además de amables lectores conocidos y desconocidos, se apersonaron amigos escritores y académicos que son testimonio vivo de lo que afirmé hace algunos renglones. Entre los escritores asistentes, sumados los de quienes presentamos, fácilmente había una producción de cerca de cien libros de ensayo, poesía, cuento, novela, periodismo, teatro y varia invención.   Asimismo, aproximadamente treinta premios nacionales e internacionales de literatura, varios doctorados y maestrías en letras y un académico de la lengua. Se trató entonces de un público apabullante y enorgullecedor.
Estuvieron allí Saúl Rosales, Gilberto Prado Galán, Frino, Vicente Alfonso, Édgar Valencia, Nazul Aramayo, Lucila Navarrete Turrent, Talía Romero, Chantal Aguilar y no lagunera, pero igualmente escritora y académica, Iliana Olmedo, esposa de Vicente; modestia al margen, estaba también mi hija mayor, cuasi egresada de letras inglesas por la UNAM.
Lo que Fernando Fabio Sánchez, Gerardo García y yo emprendimos como un divertimento se convirtió pues en una reunión espontánea de laguneros que aquí y allá, cómo ya dije, han encontrado sus destinos en la vida literaria y seguramente tienen todavía muchísimos libros y premios en sus respectivos carcajes. Bienvenidos sean.