miércoles, noviembre 14, 2018

Minificciones de Agustín Monsreal




















Con justicia le ha sido otorgado el Premio Iberoamericano de Minificción Juan José Arreola al maestro Agustín Monsreal (Mérida, Yucatán, 1941). Digo con justicia por la calidad y la cantidad de su obra, una obra tercamente casada con la belleza de la expresión, con la sorpresa, con la ironía y con la obsesión del amor y su contracara, el desamor.
En su dictamen, el jurado destacó que la “escritura precisa”, la “asombrosa invención verbal y la rigurosa levedad de la forma se integran en piezas que adensan significado en su brevedad y revelan una mirada penetrante y singular”. Para comprobar esos méritos, junto con la entrega del reconocimiento apareció la edición de Minificciones. Antología personal, libro armado por el autor y editado por Ficticia (México, 2018, 124 pp.). Lo configuran cien microficciones, casi una por página, todas ellas punzantes en uno o varios sentidos. Es un libro valioso porque deja percibir de una sentada la malicia de un narrador que sabe organizar sus materiales temáticos para crear efectos impregnados siempre de humor, paradoja, absurdo o todo esto junto. En el prólogo, Lauro Zavala ha destacado las recurrentes de Monsreal, los rasgos que lo definen con mayor claridad, como la cercanía decisiva de los títulos y el relato o el lenguaje coloquial salpimentado con neologismos harto ingeniosos, entre otros. Para mí, es digno de agradecimiento al maestro yucateco su planteo de situaciones a un tiempo cercanas/extrañas, y resoluciones que sin falla llegan como trancazo a la mandíbula del lector, para usar la vieja pero eternamente útil metáfora pugilística de Arlt.
Esto se explica mejor si arrancamos del libro al menos un ejemplo. En “Gente de letras”, una realidad inmediata, vivida alguna vez por todos, es llevada a las orillas del absurdo:
“Mi mujer y yo hemos peleado. No nos dirigimos la palabra. Antes de acostarnos, le dejo una nota sobre el buró:
‘Por favor, despiértame a las siete’.
A la mañana siguiente, un exceso de luz me hace abrir los ojos: las nueve y media. Junto al reloj, un recadito:
‘Despiértate. Ya son las siete’”.
El Arreola de minificción 2018, justo premio para el maestro AR.