miércoles, junio 27, 2018

Rumbo al domingo













En medio del mundial de Rusia y mientras la selección mexicana nos encandila, terminan las campañas electorales que se han ido vertiginosamente y con el trasfondo de las encuestas como pauta de estrategias y movimientos sobre la marcha. Como vimos, los ejercicios demoscópicos más confiables, si los hay, prácticamente mantuvieron sus tendencias durante lo que va del año, de suerte que para muchos ya está definido el ganador: el candidato de Morena, el PT y el PES.
Lo que esperábamos como turbulencia para el tabasqueño, los debates, no lo bajaron del caballo más adelantado, y en algunos casos más o menos asombrosos las encuestas acusaban incluso que seguía creciendo. Salvo, pues, los debates, cuyo número y formato fue una novedad, las campañas discurrieron por los conductos previsibles: acusaciones de aquí para allá y de allá para acá, guerra de espots, encuestas hechas a modo, mítines por todo el país, programas de radio y televisión con los “voceros”, sujetos impresentables en todas las banderías. Creo que, más que en 2012, fue especialmente fragorosa la lucha en internet, y más específicamente en las redes sociales, armas que de ahora en adelante deberán ser consideradas cruciales para ganar elecciones. Los opositores de AMLO lo golpetearon con la misma saña de otros años, pero no lograron desactivar la corriente de opinión tuitera y feisbuquera a su favor, lo que a trazos gruesos significa, en definitiva, un bajón notorio en la influencia de los medios tradicionales.
Algunos ven en la amplia ventaja de AMLO un pacto diabólico con los poderes de facto que controlan las riendas del país. Un proyecto de la magnitud como el encabezado por el tabasqueño, es ingenuo no pensarlo así, requiere pactos, alianzas, zurcido político para ganar, así que no será por eso que deberá ser juzgado, sino por sus acciones en el gobierno, si emprende algún cambio o prosigue el resquebrajamiento del país.
Ahora bien, pese al amplio margen del delantero con respecto del segundo lugar, no hubo una renuncia evidente de los perseguidores como sí la hubo en 2012 cuando Calderón desinfló a Josefina Vázquez Mota. En 2018, ni Meade ni Anaya dejaron de declarar (hoy mismo lo hacen todavía) que ellos ganarán la elección, que la verdadera encuesta se celebrará durante el domingo 1 de julio, acaso más para obtener posiciones en el Congreso que amarrar la presidencia. Para esto la mapachería también viene jugando su papel,
En resumen, adiós a las campañas, y mientras pasan estos tres días y llegamos al domingo, pensemos bien nuestro voto, herramienta básica, aunque no la única, para participar en la hechura de nuestros cuestionados gobiernos.