miércoles, mayo 30, 2018

Zaid & Bartra, sus temores














Mucha ampolla levantaron por estos días los textos de Gabriel Zaid y Roger Bartra, ambos críticos contra el candidato López Obrador. No veo de veras la razón del enojo que produjeron, pues ambos están en su derecho de expresar lo que gusten, sea o no sea grato para quien los lee. El de Zaid, titulado “La caballada”, arranca con una explicación histórica sobre el origen y el sentido de la frase, muy mexicana, “la caballada está flaca”, atribuida a un famoso tiranuelo de Guerrero. Se refirió Zaid, con ella, a la baja calidad de las opciones que tenemos en 2018: los presidenciables son una caballada de ese estilo, macilenta.
El autor de Los demasiados libros, famoso por su lucidez y su cercanía con las revistas Vuelta y ahora Letras Libres, pasa luego a explicar, ya con cierta obviedad, las características de los candidatos. Empieza con Margarita Zavala. Dice que se hundió por “las limitaciones que impone la partidocracia a los independientes” y por ser la esposa de Calderón, no por las propias y evidentísimas limitaciones de la aspirante. Luego nos deslumbra: “México nunca ha tenido presidenta”. Del Bronco describe brevemente su carrera, y, al parecer, Zaid no lo considera un tipo aberrante. Pasa luego revista a Meade y Anaya, señala sus pros y sus contras, y no se siente que lo entusiasmen mucho. Llega luego a AMLO y señala que “Es el candidato con más pinta presidencial, algo que le ayuda a tener el primer lugar en las encuestas”, es decir, que en México se puede ganar la presidencia con “la pinta”. Enumera luego sus lastres y entre otros menciona “su propuesta de amnistía a los capos del crimen, como solución a la violencia. [AMLO] Parece convencido de que, dándoles su absolución, no volverán a pecar”. Raro que Zaid simplifique así, “capos del crimen”, como si alguna vez se hubiera hablado de eso. En fin, cierra con su idea de votar por quien llegue en segundo lugar, léase Anaya o Meade.
Por su lado, en “Regreso a la jaula” Bartra nos resume su libro La jaula de la melancolía y asegura que así como al ajolote, animal maravilloso, se le regeneran varias partes del cuerpo cuando las pierde, los mexicanos vivimos una especie de regeneración priistoide encarnada en el movimiento de “Regeneración” que encabeza AMLO. Enumera las calamidades que nos caerán encima sin piedad, prácticamente el apocalipsis de México, como si en este momento viviéramos en un vergel. Al final, como buen patriota que desea lo mejor para su país, anhela que sus vaticinios sean erróneos: “Espero que no sea así”, dice y termina no sin dejarnos la sensación de que todo tiempo futuro, si es con AMLO, será peor incluso que los últimos treinta años.

sábado, mayo 26, 2018

Símbolo Santos Laguna














Para vivir no sólo necesitamos de bienes materiales, de objetos. El ser humano es el único animal que además de eso ha edificado complejos sistemas de símbolos que ahora le son tan necesarios como el alimento. Una religión, un partido, una creencia, una simple idea, una poca de fe, un pasatiempo, un personaje, una afición, una bandera, un ritual, todo esto se convierte en motor de acciones y reacciones, en estímulo. Quien cree en una divinidad no es en el fondo tan distinto a quien venera a un cantante. En ambos casos la posesión es espiritual, no física, y muchas veces deriva en la acumulación de imágenes o autógrafos que materializan la devoción. En este sentido, es asombroso lo que hace un admirador por ver a su personaje favorito. Puede gastar recursos, viajar, esperar, todo por aproximarse a la imagen idolatrada.
Hoy los equipos de futbol constituyen poderosas fuentes simbólicas de devoción. Los aficionados nacen, sobre todo, por cercanía geográfica, y debido a ello es relativamente fácil que un regiomontano se identifique con Monterrey o con Tigres tanto como un catalán puede hacerlo por Barcelona o el Espanyol, aunque dada la inmensa red informativa global ya son comunes los casos de afición pese a la lejanía: un tapatío pude apasionarse por el Inter de Milán tanto como un veracruzano puede dar todo por Boca Juniors. En cualquier caso la posesión es meramente interior, está en el alma aunque se materialice en alguna playera original.
Tras el campeonato reciente del Santos Laguna, su sexta estrella, quedó en evidencia que, lo aceptemos o no, es hoy el símbolo mejor compartido entre los laguneros. Los triunfos de este equipo “son” triunfos de toda la comunidad regional, se viven como propios y se han transformado en timbre de orgullo cuando dialogamos con los no laguneros. Esto es así, lo sabemos, por el peso mediático del futbol, por su gravitación en el mundo contemporáneo, tanto que en algunos casos se trata casi de una pasión cercana a lo religioso, a veces hasta fundamentalista.
Esta querencia local por el Santos Laguna debe ser traducida por el club en un factor de cambio, en el eje de su responsabilidad social. Si la comunidad deposita un profundo afecto por los colores del equipo, esa identificación podría volcarse en campañas que ayuden a mejorar las condiciones de vida de la comunidad, que convoquen a emprendimientos colectivos siempre necesarios. Campañas de tolerancia, de cuidado al medio ambiente, de movilidad urbana, de lectura… mucho puede logarse si la convocatoria nace en el seno del Santos Laguna. Su poder simbólico entre los laguneros es incontestable. Es buen momento para aprovecharlo.

miércoles, mayo 23, 2018

Virajes cercanos












La sorpresa del segundo debate es que su saldo ha resultado prácticamente nulo. Si no fuera por las encuestas previamente diseñadas y los bots que ahora colocan a Meade como segundo lugar y hombre más capaz del sistema solar, todo indicaría que nada se movió luego del 20 de mayo. Si esto es verdad, se trata de una buena noticia sólo para el puntero, no así para los dos que lo siguen todavía de lejos (el Bronco se cuece aparte, en una zahúrda). Digo lo que digo porque estamos a cuarenta días de la jornada electoral y la disputa por el segundo lugar persiste en sus números sin que Pepe y Ricky, trabados ya como palitos con liga, dé su candidatura a torcer.
Los números no se movieron significativamente por tres razones: Meade, Anaya y López Obrador. En efecto, Meade salió al ruedo con su mismo esgrima técnico e inocuo, plano como el desierto de Mojave. Le echa ganas, no tropieza en sus alocuciones, arroja datos, hasta parece buena persona, pero tiene menos imán que un Godínez en horas extras. Además, carga como Pípila todo el pasado reciente de su jefe Peña Nieto, personaje cuyo gobierno está batiendo marcas en los rubros de violencia, corrupción e impunidad. En este sentido, la candidatura de Meade desafía toda lógica: clama por votos en el reino de la incredulidad y el rechazo.
Anaya salió casi igual que en el primer debate. “Habla bien” (así dicen muchos), se nota entrenado en cursos de oratoria comercial, no se descuadra, sonríe con pétrea afabilidad, se desplaza en el escenario como pastor evangélico, trata de tú y por su nombre a todos los interlocutores, termina justo a tiempo sus intervenciones, pero ahora cometió un error de cálculo: fue declarado ganador del primer debate en función de su agresividad contra AMLO, y ahora bajó el voltaje. Creo que vio una encrucijada: si agredía, iba a pasar como golpeador de tiempo completo, y si se tornaba más técnico, más Meade, quizá dejaría incólume al Peje. Eso ocurrió. Usó menos carteles, más propuestas abstractas y menos golpes, y los debates de la tele no están diseñados para el votante intelectualizado, sino para el que se deja guiar por la personalidad, por el tono, por “la química”. Los candidatos tienen encuentros con empresarios, con académicos, con comunicadores, así que los debates televisivos más bien sirven, aunque muchos quieran ver “propuestas”, para calzar bien el tacuche y ejercer el pugilismo retórico, lamentablemente.
Al contrario, AMLO ahora sí mostró los colmillos y fue mejor percibido, se reafirmó entre los suyos y quizá pueda hasta sumar. Lo cierto es que salió ileso, sigue en la punta y eso obligará pronto a un viraje de sus rivales.

sábado, mayo 19, 2018

El día 21











Si algo produjo el primer debate de candidatos a la presidencia fue una enorme expectativa nacional para ver el segundo. Las tendencias, los números generales de las encuestas no sufrieron una modificación profunda, pues el puntero siguió siéndolo y los demás continuaron en el orden que ya conocemos, tal y como se han mantenido desde hace varios meses. Sólo en los días recientes hubo algunos conatos de cambio pero no arriba, sino en el fondo de la tabla, pues al parecer el Bronco superó a Margarita (esto requiere signos de admiración: ¡el Bronco superó a Margarita!), lo que a la postre provocó la declinación de la candidata presuntamente independiente y su esquivamiento de otro innecesario papelón en el debate de mañana.
¿Qué podemos esperar del encuentro de los candidatos en Tijuana? Para empezar, la situación ha cambiado en relación al primer debate. Si el primero dio la oportunidad de que todos le pegaran al negrito, puede que el segundo no sea igual. La lectura que muchos hicieron del anterior match es que lejos de ofrecer propuestas todos se dedicaron a golpear un mismo objetivo. El resultado fue que el votante ya más o menos decidido por AMLO lo victimizó y al hacerlo se radicalizó, de ahí que el Peje no haya bajado un ápice en las encuestas. Como vimos, el candidato de Morena fue al primer debate a nadar de muertito, a no entreverarse en discusiones, a no responder señalamientos. Muchos percibieron eso como un error, pero entre responder y no responder, creo que en efecto convenía lo segundo dada la holgada posición del tabasqueño en la porcentual.
Sospecho ahora, en todo caso, que mañana el pleito se puede centrar entre Meade y Anaya. Será la última oportunidad que ambos tendrán para colocarse en el segundo peldaño, de ahí la importancia del encuentro. Sé que está programado un último debate no obligatorio, pero anticipo que a ése ya no asistirá, por dos razones, el puntero: si mañana pierde, no tendría caso concurrir a un tercero donde podría darse otra derrota; si gana, igualmente no sería pertinente arriesgar en una tercera confrontación las canicas ya obtenidas. Por eso creo que el de mañana será el último debate de AMLO, y sospecho que su idea será, de nuevo, no agitar las aguas, desdeñar puyazos, no enfrascarse en sainetes contra sus dos lejanos persecutores.
Lo cierto es que el lunes será un día muy importante en el proceso electoral. A esta altura del partido sabremos cómo quedará el puntaje en el segundo y tercer sitios, quién sigue adelante y quién va diciendo adiós a sus aspiraciones. Lo más importante del día 20 será pues el día 21.

miércoles, mayo 16, 2018

La cereza que falta


















Hay altas posibilidades de que Santos Laguna obtenga esta semana el campeonato, su sexto, de la Liga mexicana de futbol profesional. No es seguro, claro, pues enfrente está un equipo, Toluca, que desde hace varios lustros ha disputado como los laguneros un buen número de liguillas y finales. Pese a la fortaleza de los rojos, sin embargo, los santistas han demostrado que están para campeones, que su buen futbol se ha combinado con un entusiasmo que roza la locura y eso puede provocar el resultado que anhela La Laguna.
Como debo ser optimista y esperar buenas noticias dado mi lugar de nacimiento y residencia, creo que, si el equipo de la comarca se alza con su sexta estrella, será una de las más valiosas que haya conseguido en sus exactos 35 años de vida como club profesional. No minusvaloro las anteriores, pero ésta sería alcanzada tras doblegar a tres de los más poderosos equipos de nuestro balompié: Tigres, América y, si todo sale como espero, Toluca.
El trofeo de campeón en este Clausura 2018 sería, creo, un premio justo a la buena temporada del equipo albiverde. Comenzó con goleadas, encumbró a Djaniny y dejó ver un juego de conjunto vistoso y eficaz. Cierto que hubo un bache en las últimas semanas, sobre todo por la lesión de Néstor Araujo, lo que disminuyó la defensa hasta la adaptación de Alcoba, y ciertamente también porque el equipo se relajó luego de conseguir con tanta anticipación su pase a la liguilla. Al final de la temporada quedó en cuarto sitio, tuvo al campeón goleador y fue nada menos que contra el quinto: Tigres, conjunto armado con todos los recursos para ser campeón. Lo que pasó ya lo sabemos: Santos Laguna fue derrotado en el Volcán por 2 a 0, pero en la vuelta, ya en el Corona, los de casa dieron su mejor partido de la década, y no exagero: tenían diez hombres y dos goles en contra, e hicieron la hombrada de anular a los universitarios y pasar a semifinales.
La semana pasada tuvo también su grado de dificultad, pues encararon al América con la desventaja de cerrar como visitantes. El 4 a 1 de la ida fue el marcador clave, pues en el Azteca, un poco con ayudita del silbante que marcó un penal dudoso, el equipo de Coapa ya se estaba insubordinando. Los santistas lograron contenerlos y en el segundo tiempo llegaron incluso a secarlos, de suerte que el América quedó fuera.
Sigue, pues, Toluca, que en teoría tuvo una liguilla más laxa contra Morelia y Tijuana. Si Santos Laguna pone la cereza del pastel, insisto, será uno de los campeonatos más meritorios de su joven y exitosa historia. Ojalá, ojalá.

miércoles, mayo 09, 2018

El boxeo de Meade














Dos lecturas puede tener la obstinada presencia de López Obrador en el discurso de José Antonio Meade. Antenoche, en el redivivo programa Tercer Grado, el abanderado del PRI y las rémoras del Verde Ecologista y Nueva Alianza no dejó de responder ninguna de las preguntas sin cepillar al tabasqueño. Para un espectador medianamente informado sobre la posición que viene ocupando Meade en las encuestas, no deja de ser curioso que en vez de percutir sobre AMLO debió, al menos, campechanear algunos mandobles para Anaya. No fue así: el candidato “sin militancia” sólo tenía dos palabras en la mira: Andrés Manuel, e incluso manejó una innovación: el Peje ya no nomás es culpable por el caos del futuro si es que gana, sino que en el pasado a él se han debido varias turbulencias del peso frente al dólar y otros desaguisados que, bendita sea la democracia, no han pasado a mayores gracias a que ha perdido.
Ágil y burocrático, con un discurso libreteado en casi todos sus trazos, Meade fue zafando de las preguntas que, sin ser incisivas, eran obvias: ¿Enrique Peña Nieto es honesto? Sí, es honesto, y dejemos a un lado su nombre porque él “no está en la boleta”. ¿Romero Deschamps es corrupto?, y en lugar de una respuesta rápida e incontrovertible el despliegue de una larga explicación sobre la necesidad de denunciar y acabar con la impunidad que es un terrible flagelo etcétera. Pese a la suavidad del tono en el que fue cuestionado, los lastres del partido que lo impulsa son tan grandes que Meade no pudo evitar los picotazos de la realidad. Sin freno, con un relato técnico y vertiginoso, el ex secretario de Hacienda capeaba el temporal a verbosidad turbo con tal de escurrirse pronto, y siempre con un discurso honestista, de estafas maestras, casos Odebrecht, casas blancas y demás proezas.
En toda la deshilachada entrevista lo que fue quedando claro es que los males pasados, presentes y futuros del país son hechura exclusiva de López Obrador. ¿Y algún coscorroncito para Anaya, el segundo lugar? Nada, y es aquí donde entra en escena la conjetura. Tal vez Meade no tocó al candidato del PAN para dejar volando la idea de que no le interesa, de que ese rival ya casi fue despachado al tercer puesto, o quizá, como se ha venido diciendo, porque no debe aporrear a quien, luego del 20 de mayo, podría ser su aliado en la lucha por alcanzar al puntero.
En suma, la comparecencia de Meade en Tercer Grado no ayudará a levantar, creo, su barra demoscópica. Lo que sí produjo, en todo caso, fue una cauda terrible de memes tras no recordar el título de su libro.

domingo, mayo 06, 2018

Carta abierta al Santos Laguna



















Querido equipo:
Hoy sí me estremecieron en serio, hoy sí volví a vivir la experiencia de ver unos Guerreros en la cancha. Por ello sólo tengo palabras de felicitación, agradecimiento, y un abrazo emocionado para todos. El futbol, ciertamente, no es ni de lejos lo más importante en la vida, pero hay pequeños momentos en los que se convierte en nuestra pasión central, en una pasajera forma de la alegría. Hoy domingo 6 de mayo de las seis a las ocho de la noche eso pasó: fuimos testigos de una hazaña futbolística, es verdad, pero más importante que eso fue el permanente ejemplo de tesón, de pundonor, de entusiasmo, de lucha que mostraron sobre el césped de nuestro estadio. Hoy no hubo mejor ni peor jugador: todos salieron a partirse el cuerpo y el alma para que la camiseta verdiblanca siguiera adelante en el torneo. Lograron otra vez, como en otros tiempos, que vibrara la afición del Nazas. Los habitantes de los diez municipios de nuestra amada comarca, y todos los que fuera de nuestra región quieren al Santos Laguna, se unieron en un solo pálpito y admiraron la persistencia indoblegable con la que ustedes salieron a pelear. Como en cualquier partido, hubo pequeños y grandes errores, pero todo queda opacado por lo que presenciamos en el estadio y en los televisores: cada balón fue disputado como si fuera el último, cada jugada fue encarada como pocas veces se había visto en los años recientes. Extrañábamos lo que vimos este día, y venturosamente ustedes lograron revivirlo.
Una costumbre muy común es minimizar al equipo derrotado. En este caso, creo, no es prudente hacer eso: el tamaño de su triunfo se agranda en función del rival que tuvieron enfrente. No era nada fácil vencer y anular a Tigres, un gran equipo, y ustedes lo lograron. Todavía en el minuto ochenta era posible que los rivales anotaran, pero en un momento de lucidez en medio de la tensión pensé esto y lo confieso sinceramente: ¿qué importa perder si uno ve a sus jugadores en ese plan, remando con esa heroica convicción contra una corriente tan adversa? Perder jugando así no hubiera sido perder, pero ni eso: ustedes ganaron y hoy se merecen, creo, el aplauso de esta tierra seca, árida, luchona y alegre llamada La Laguna. Muchas gracias por revivir así, este día, el espíritu de Guerreros, el espíritu de nuestra amada estepa.

sábado, mayo 05, 2018

Enrique García Cuéllar, decatlonista en Facebook
























El decatlón, lo sabemos, es una disciplina olímpica que agrupa diez competencias: cuatro carreras, tres lanzamientos y tres saltos. Se trata pues de una justa que cada cuatro años pretende hallar al atleta con mayor número de capacidades combinadas entre la fuerza, la resistencia y la velocidad. Esto significa que el decatlonista no es el más rápido ni el más fuerte, sino un sujeto que gracias a su complexión y su entrenamiento puede equilibrar dignamente los resultados tanto de rapidez en una carrera de velocidad como de fortaleza en una de lanzamiento. Es, digamos, una especie de mecano multidisciplinario, un renacentista de la actividad física.
Debo confesar que siempre he sentido envidia de ese deportista; dicho sea de paso, por ser el de complexión más escultórica, pues no es ni fortachón como el lanzador de martillo ni flacucho como el maratonista. El equilibrio es, digamos, su medida, y manejarse bien en varias pruebas es su meta. Como él, sé que muchos tenemos algún conocido que le tira a todo y todo lo hace holgadamente bien. Esos tipos no abundan, claro, y menos en este época de hiperespecialización, pero todavía los hay. Un caso que tengo a la mano es el de Enrique García Cuéllar (Torreón, Coahuila, 1949), quien como buen decatlonista de las ideas y el arte ha sabido moverse sin miedo y con solvencia entre muchas disciplinas, como lo evidencia no sólo su currículum, sino su diaria y poliédrica actividad.
Periodista, maestro, músico, dibujante, publicista, asesor político, músico (otra vez, pues toca más de un instrumento), pedagogo, poeta, García Cuéllar es una demostración tangible de que la capacidad humana no tiene por qué conformarse con uno o dos apetitos. Si hay curiosidad y entusiasmo, en el continente de un solo cuerpo pueden caber muchos contenidos, tal y como ocurre con el humilde vaso de la infancia en el que tomábamos de todo.
Enrique García Cuéllar egresó de la Primaria Centenario, de la Secundaria Venustiano Carranza y de la Preparatoria Andrés Osuna, esto en Torreón, Coahuila. Luego hizo su licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la Universidad del Valle de Atemajac, donde obtuvo mención honorífica. Hizo estudios de Semiología en el Tec de Monterrey y de Lingüística en la Universidad Autónoma de Chiapas, y durante décadas ha sido articulista en varios periódicos y revistas; ente otros medios, ha trabajado para El Sol de México, donde fue director. Autor de libros como Nuestro modo, Ortografía chaiapaneca y Cuando el imperio de la ley llegó a Chiapas, en Facebuquismos, obra que prologan estos párrafos, nos regala una selección de apuntes misceláneos.
Aguijado por sus lectores, que en algunos casos también son sus amigos, el lagunero se animó a reunir lo que parece insólito: estados o posts publicados originalmente en Facebook. Lo que podría parecer una frivolidad es lo contrario: gracias a esta selección advertimos que en un espacio generalmente usado para el texto apresurado y mal escrito, para la broma fácil o la injuria con aberraciones ortográficas y sintácticas, para el meme o el gif que arrancan una risa e inmediatamente pasan al olvido, pueden aparecer textos bien escritos y bien pensados, propuestas de debate con los pelos bien peinados, críticas aseadas en su forma y nobles en su contenido.
Los estados de García Cuéllar en Facebook, como se puede comprobar en este libro, nadan a contracorriente de lo que solemos encontrar en las redes sociales, y he allí su aporte, su novedad, el lujo que significa ser amigo o contacto de García Cuéllar y despertar a diario con dos, tres, cuatro o cinco microtextos que no pasan inadvertidos, que motivan opiniones y forman/educan en el sentido firmemente didáctico de estas dos palabras.
En las redes sociales nuestro autor despliega su variopinta enciclopedia, su bien amueblada inteligencia, su calidad de decatlonista espiritual, y de vez en vez también su enojo ante la escritura pedestre, ésa que conjuga inmejorablemente la pésima forma con el fondo malintencionado o bravucón, que él tanto detesta.
Fui uno de los que recomendaron a García Cuéllar la recolección y puesta en libro de sus comentarios facebookeros. Me alegra que haya escuchado la sugerencia y tengamos hoy aquí, en papel, el fruto de su incesante reflexión.
Comarca Lagunera, 3, agosto y 2017

Nota. Prólogo a Feisbuquismos, Tuxtla Gutiérrez, 2017.

miércoles, mayo 02, 2018

El Rafa














Luego de su juego contra Pachuca el fin de semana pasado, Rafael Márquez Álvarez se despidió de las canchas. Con él se va una historia que lo coloca, sin duda, entre los nombres señeros de nuestro futbol, el último verdadero grande que ha vestido la casaca tricolor.
Rafa Márquez es ya un jugador encarrilado hacia la perduración, y más lo será, aunque ya no lo necesite, si participa en una quinta copa del mundo. Su trayectoria en el futbol es sin duda una de las más destacadas y creo que como futbolista mexicano sólo está debajo de Hugo Sánchez, aunque en esta caso la comparación es harto odiosa pues las posiciones de uno y otro hacen imposible barajar ese tipo de escrutinios. Así como Hugo es el delantero más contundente que ha dado nuestro país, Rafa es el defensa más seguro y, acaso, el líder que menor discusión ha provocado desde que porta brazaletes de capitán con nuestro seleccionado.
Su carrera, lo sabemos, tiene un hito que se llama Barcelona, equipo en el que consiguió la titularidad y en el que fue base de muchos logros conseguidos durante siete años. Sus otros clubes, en orden de importancia, son el Mónaco de la liga francesa, Atlas y León, de la mexicana, Nueva York de la MLS, y el modesto Hellas Verona de la Serie A italiana. Seis equipos solamente, además de la selección tricolor, para edificar una carrera que en 21 años se ganó el respeto de la prensa local y foránea.
El zamorano fue siempre el mismo jugador que triunfó en España. Alto, recio y técnico a un tiempo, pasador seguro y buen cabeceador, sumaba un liderazgo que hacía casi imposible disputarle la titularidad. Una imagen que, creo, todos tenemos en la mente es aquélla en la que dialoga con un árbitro o discute con algún rival ante jugadas de sanción polémica. Rafa jamás se arrugó, fue nuestro Beckenbauer, nuestro Pasarella, nuestro emblema de lucha sin apocamiento, un tipo frontal, con las agallas que se necesitan para meter fuerte la pierna y exigir justicia ante las decisiones inciertas del silbante.
En suma, el aplauso unánime que ha logrado por su calidad como defensa con buen trato de balón y cualidades de líder no se basa en especulaciones: tres títulos importantes con el Mónaco y ocho con Barcelona, además de dos con León y varios con la selección azteca hacen de este jugador mexicano un histórico cuyo recuerdo será difícil apagar.
Ojalá no pase mucho tiempo para que surja otro como él.