sábado, enero 14, 2017

De rapiña y de cinismo












Comparto con miles, tal vez con millones de mexicanos, el asco ante los recientes discursos de Peña Nieto. Ya no es posible hablar con eufemismos. Asco, asco puro, es lo que produce su oratoria acartonada, su ensayada pose de político que sabe algo. Con o sin teleprómpter, el residente actual de Los Pinos nos comunica impostadamente grave lo que en los hechos podemos entender como devastación de la economía nacional.
En los días recientes, el sujeto que en teoría encabeza el gobierno de lo que queda de México ha tenido que salir a declarar lo impensable para justificar el hachazo perpetrado contra los mexicanos con el aumento al precio de la gasolina. El jueves pasado fue el colmo. La alocución parece improvisada, de ahí el manejo simplista y enredado sobre todo de su intro: era necesario eliminar el subsidio a la gasolina y usar ese recurso para rubros cuya atención no permite más demora: salud, educación, seguridad… Junto con este imperativo, el gobierno ha eliminado el subsidio para operar como casi todo el mundo, es decir, se trata de una medida aguijada por razones foráneas.
Ganar tiempo es, desde hace mucho, el tema implícito, lo no expresado pero evidente en los discursos enunciados durante los últimos estertores de cualquier gobierno mexicano. EPN está lejos todavía de ceder la banda presidencial a su sucesor, pero ya parece desguazado por los acontecimientos. Se habla incluso de cansancio, de un deseo ya más o menos visible por tirar la toalla. Como tal abdicación no va a darse y no hay modo de deponerlo por otros medios, debe amasar discursos en los que, como es ya una tradición cada vez más exasperante, los buenos resultados de las decisiones tomadas en el presente, un presente de fracaso, se ubican en el borroso futuro, en los sexenios por venir, es decir, cuando gracias a la impunidad que nos caracteriza sea imposible asentar responsabilidades.
En el mismo discurso, EPN articuló una de las metáforas más desafortunadas que yo recuerde en labios de un Ejecutivo federal: “se nos acabó” Cantarell, “la gallina de los huevos de oro”. Se nos acabó. Así, como si de golpe, de un día para otro y de la nada, desapareciera, sin culpables a la vista, el manantial de nuestra riqueza. Tiempos trágicos los que vivimos. Tiempos de mentirosos seriales, de rapiña y de cinismo.