domingo, agosto 21, 2016

La sinécdoque de Predrag Jekovic
























Futbol y política no son necesariamente sinónimos de deporte y concertación. A veces, con más frecuencia de la deseable, ambas actividades equivalen a violencia, a veces a violencia extrema. Ambos, el futbol y la política, son los temas vertebrales que, paralelos, atraviesan Predrag. Ángel del exterminio, novela corta de Daniel Salinas Basave (Monterrey, 1974).
Este es el primer libro que de él he leído, y no me tiembla el teclado al afirmar que es una grata, gratísima sorpresa. No debería serlo tanto, pues su segundo apellido anuncia de entrada algo: Daniel Salinas es nieto del filósofo y cervantista Agustín Basave Fernández del Valle, y sobrino de Agustín Basave, polítólogo e historiador. Reportero y escritor, Salinas Basave ha publicado libros como Mitos del bicentenario, La liturgia del Tigre Blanco (biografía sobre Jorge Hank Rohn), Vientos de Santa Ana y Dispárenme como a Blancornelas, además de haber ganado premios importantes como el Gilberto Owen, Malcolm Lowry, José Revueltas y Sor Juana Inés de la Cruz.
En Predrag, novela corta que da la impresión de no serlo acaso por la densidad de datos que la informan, accedemos a una especie de relato biográfico narrado en segunda persona, perspectiva que, recordemos, usó Fuentes en la nouvelle Aura o Rulfo en el cuento “Acuérdate”. Ya desde allí, sostenido con solvencia por el autor, ingresamos a su tono peculiar, envolvente: las acciones que realiza Predrag nos pasan rozando porque sentimos que nosotros, como lectores, en realidad somos el propio Predrag respirando el ensangrentado aire balcánico de los noventa.
Cuando nos enteramos de quién es nuestro (aquí el posesivo es casi literal) personaje, ingresamos al infierno encarnado en un solo sujeto: Predrag Jerkovik es un fanático (también esto es literal) del Estrella Roja de Belgrado. Desde niño hasta los veinte años, su único objetivo en la vida consiste en la banalidad de defender los colores de ese equipo hasta donde es posible: asistir al estadio, gritar, emborracharse, fumar mariguana y al final de cada partido tratar de apalear a los aficionados enemigos sobre todo si adhieren al Partizán, sus más enconados rivales. Predrag es un veinteañero alto, blancuzco, feo y absolutamente entregado al ocio. Estamos en los albores de la década de los noventa y Yugoslavia comienza a desgajarse, el nacionalismo serbio, encabezado por Slobodan Milošević, hace de las horrendas suyas y no pasarán sino meses para que los Balcanes se conviertan en un pandemonio en el que sin misericordia lucharán serbios, croatas, eslovenos, bosnioherzegovinos y montenegrinos.
Poco antes de que estalle la guerra yugoslava, un grupo paramilitar ultranacionalista de Serbia detecta y recluta a un aficionado nada tierno del Estrella Roja, precisamente Predrag. El comando, encabezado por Željko Ražnatovi, alias Arkan, ve en las tribunas que el joven tiene talento para la violencia y conjetura que servirá a la perfección en las labores de limpieza étnica que requieren los serbios contra los croatas. Gradualmente, sin que desaparezca por completo el futbol, vemos los avances de Predrag: de ser una bestia en la hinchada del Estrella Roja pasa a convertirse en un asesino con Kaleshnikov y violador difuso al servicio de una causa nacionalista de la que entendía poco o nada, pues su interés se movía hacia otras direcciones: “Estar en guerra significaba descargar. Descargar tu AK-47 y descargar tu pene una y otra vez”.
La conflagración en los Balcanes, lo sabemos, fue una carnicería. La OTAN intervino con bombardeos en Belgrado y algunos años después Milošević fue detenido y llevado a La Haya acusado de crímenes de lesa humanidad. Ya antes Arkan se había enriquecido con botines de guerra y afianzado su liderazgo, aunque estaba impedido de salir de Serbia debido a que también pesaban sobre él acusaciones de genocidio. Predrag pasa entonces a formar parte de su custodia y, con el tiempo, Arkan le encomienda cuidar la espalda de sus hijos y de su esposa, la famosa cantante Svetlana Ražnatović, mejor conocida en la farándula como Ceca, un bombón.
Impresiona en Predrag. Ángel del exterminio, su malicia sinecdóquica: revela el todo por la parte, pues al seguir los turbios pasos de Predrag, al verlo “evolucionar” de don nadie hasta lo que llegó, en el trayecto pasamos sustanciosa revista a uno de los conflictos bélicos más despiadados del siglo XX. Daniel Salinas Basave ha convocado en esta novela, por todo, sus dos principales destrezas: la de reportero que sabe investigar y la de escritor que sabe relatar. A ellas sumemos, por si fuera poco, la de aficionado que sabe subrayar el flanco político, social y mafioso del futbol.

Predrag. Ángel del exterminio, Daniel Salinas Basave, Editorial Artificios (colección En la mira), Mexicali, 2016, 88 pp. Edición de Elba Cortez y Rafael Rodríguez.