miércoles, mayo 13, 2015

Ciudadano postergado




















Es un fenómeno común en México y en los países que, como el nuestro, padecen un registro alto de corrupción e impunidad. Me refiero a la eterna postergación del bienestar ciudadano. Aunque no sea parámetro pese a que debería serlo, en países civilizados el Estado de bienestar es la prioridad: que todos tengan todo lo que se requiere para pasar la existencia con dignidad, sin carencias ni sobresaltos de todos los colores.
Insisto en que no podríamos compararnos con Finlandia o Alemania, aunque no hay razón para no hacerlo al menos con el fin de colocar la mira donde la dignidad del ciudadano es respetada, porque terminaríamos llorando. No hay que soñar con tanto, es verdad, dado que si algo nos caracteriza es el rezago y acaso ya la imposibilidad de salvación, pero tampoco debemos ponernos demasiado laxos. Es intolerable, por ello, la propaganda que primero simula mesura, mediana insatisfacción, para luego arremeter con una sarta de logros que sólo son momentáneamente reales para los actores del anuncio. Son esos mensajes proselitistas, todos vulgares, que abren con un diálogo en teoría espontáneo, familiar, amiguero, y pronto brincan a la demagogia más desenfadada.
Que la electricidad está bajando, que la gasolina ya no va a subir, que los principales campos del narco ahora sí están cayendo, eso y mucho más suministran tales anuncios. ¿De veras la electricidad está bajando? Jamás lo he notado. ¿En efecto ya no subirá la gasolina? Ah, qué bien, como si fuera posible olvidar el megagazolinazo de enero. ¿Que están cazando a los capos más pesados? Uy, qué bárbaros, como si tuviéramos la certeza de que el Chapo es el Chapo.
Como los funcionarios que se hicieron cínicos cuando fueron pillados un fraganti haciéndose de casas en lo oscurito, los jefes de propaganda ya no tuvieron opción: o mentían pesado o mentían pesado, y es lo que están haciendo. En la vida real el ciudadano sigue comprando menos con lo que gana, sigue sufriendo servicios médicos y educativos de octava, sigue recibiendo pensiones de limosna, sigue zozobrando en la falta de seguridad, sigue, en suma, postergado como ciudadano, humillado y ofendido por quienes deberían servirlo.